El Gobierno nacional volvió a quedar en el centro de la polémica por su política de acercamiento al Reino Unido, esta vez en el plano militar. Una circular del Ministerio de Defensa confirmó que oficiales argentinos fueron designados para participar de una reunión reservada en la Embajada británica en Buenos Aires, convocada por el propio Ministerio de Defensa del Reino Unido. La instrucción, firmada por la cartera que conduce Luis Petri, desató fuertes críticas dentro y fuera de las Fuerzas Armadas por su contraste con el reclamo histórico de soberanía sobre las Islas Malvinas.
La noticia fue anticipada por el medio La Política Online y luego amplificada por el exdiputado nacional Guillermo Carmona, quien citó una publicación con la documentación que acredita la participación argentina. “Circular de MinDef acredita que Petri ordenó a militares argentinos ir a una reunión reservada organizada por el Ministerio de Defensa británico en la embajada del Reino Unido en Buenos Aires. No son convocados, los manda Petri, lo que es mucho peor”, escribió el exfuncionario, calificando el hecho como “una grave contradicción con la política de defensa nacional”.
El encuentro, mantenido bajo estricta reserva, forma parte de una agenda más amplia de cooperación entre ambos ministerios. En paralelo, la Universidad de la Defensa Nacional (UNDEF) (dependiente de la cartera de Petri) coorganizó con el Ministerio de Defensa británico la conferencia “Perspectivas y lecciones del conflicto en Ucrania”, que contará con expositores extranjeros y se realizará en la sede de la institución en la Ciudad de Buenos Aires.
El alineamiento con la OTAN y el silencio sobre Malvinas
El acercamiento a Londres se suma a una serie de gestos diplomáticos que confirman el alineamiento del gobierno de Javier Milei con los intereses de Estados Unidos y sus aliados en la OTAN. Desde que el libertario asumió la presidencia, se multiplicaron las visitas de funcionarios norteamericanos y las versiones sobre la posible instalación de una base militar en Ushuaia (un acuerdo que, según una encuesta reciente, genera amplio rechazo en la sociedad argentina).
El giro en política exterior también se reflejó en la escena multilateral. Argentina ha acompañado los votos de Washington en organismos internacionales, incluso en decisiones aisladas del consenso regional. Y mientras Milei reivindica públicamente a Margaret Thatcher, figura central del enfrentamiento bélico de 1982, su gobierno mantiene un silencio persistente ante las provocaciones británicas en el Atlántico Sur.
Carmona y otros especialistas en defensa señalaron que esta política no solo contradice la cláusula transitoria primera de la Constitución, que obliga a sostener el reclamo de soberanía sobre Malvinas, sino que “desarticula la doctrina nacional en materia de defensa”. La colaboración académica y militar con el Reino Unido, sostienen, consolida una “subordinación estratégica” incompatible con los intereses argentinos en la región.
Mientras tanto, las críticas se multiplican dentro del propio ámbito castrense. “Hay malestar porque esto no tiene antecedentes recientes”, confió un militar en actividad a LPO. “Se puede hablar de diplomacia o intercambio académico, pero cuando se trata de reuniones reservadas con una potencia que mantiene ocupadas las Islas Malvinas, se cruza una línea sensible”.
El caso dejó al descubierto una contradicción que atraviesa al oficialismo: por un lado, el discurso de soberanía; por otro, una política exterior que se traduce en hechos concretos de cooperación con la potencia ocupante. En un escenario de negociaciones económicas con el Tesoro estadounidense y rumores sobre condiciones estratégicas vinculadas a la defensa, el hermetismo oficial no hace más que alimentar las sospechas.