A pocos minutos en lancha del puerto de Tigre, sobre el arroyo Gallo Fiambre, se esconde una de las historias más singulares del Delta bonaerense. Allí, en una isla de más de 40 hectáreas, un convento que estuvo abandonado durante décadas fue recuperado y transformado en una propuesta turística que combina patrimonio, naturaleza y descanso.
Se trata del Convento San Francisco, hoy conocido como Complejo Senador Dupont, ubicado en Arroyo Gallo Fiambre s/n, a unos 200 metros del río Carapachay. Un lugar donde el pasado religioso y productivo del Delta todavía se percibe en cada rincón.
Un convento en el corazón del Delta
La historia se remonta a fines del siglo XIX, cuando el Delta vivía su época de esplendor como polo frutícola que abastecía a Buenos Aires. En 1895, la Orden de los Franciscanos decidió instalarse en una isla para acercarse a la comunidad isleña.
La construcción comenzó en 1900 y estuvo a cargo del reconocido arquitecto italiano Virgilio Cestari, autor también de otras obras emblemáticas de la ciudad. El edificio, de tres pisos, base de piedra y estructura palafítica, contaba con una capilla —que aún se conserva— y amplios salones.

Pero el convento fue mucho más que un espacio religioso. Allí funcionó una escuela primaria mixta, algo poco habitual para la época, además de talleres de oficios, huerta y actividades comunitarias que lo convirtieron en un verdadero centro social del Delta.
La sidra del Delta y un circuito productivo perdido
A pocos metros del convento, sobre el mismo arroyo, funcionaba la fábrica de Sidra La Real, que elaboraba sidra con manzanas cultivadas en las islas. La fruta llegaba directamente por agua y se procesaba allí mismo, en un circuito productivo eficiente y típicamente isleño.

Ese equilibrio se rompió en 1946, cuando una gran creciente —una de las más recordadas— cubrió los techos durante casi diez días. Se perdieron cosechas, la fruta se pudrió y la economía local colapsó. La fábrica cerró, los franciscanos se retiraron y el convento quedó expuesto al deterioro, las mareas y el abandono.Del abandono a la recuperación
Durante décadas, el edificio permaneció en ruinas, hasta que en 2003 comenzó una nueva etapa. El lugar fue adquirido por privados que impulsaron su restauración, respetando la esencia franciscana y recuperando elementos originales.

Así nació el Complejo Senador Dupont, un hotel boutique que conserva la mística del antiguo convento y la combina con propuestas turísticas y culturales. Hoy es posible alojarse en antiguas salas reconvertidas en habitaciones, todas con vistas al río o a los jardines.

La capilla, intacta
Uno de los espacios más impactantes es la capilla original, que logró sobrevivir al abandono. Su piso calcáreo, el altar de roble macizo y el techo a dos aguas crean una atmósfera silenciosa y única, que hoy se utiliza tanto para ceremonias y casamientos como para visitas contemplativas.

Qué se puede hacer hoy

El complejo ofrece experiencias tanto para huéspedes como para visitantes que pasan el día:
- Caminatas guiadas y senderismo por la isla
- Paseos en kayak y canotaje por los canales
- Piscina al aire libre
- Pesca desde el muelle
- Música en vivo, shows nocturnos y ciclos culturales
- Restaurante de cocina casera (abierto los fines de semana)

Todo, a solo 10 minutos de la estación fluvial de Tigre, pero con la sensación de estar en un mundo aparte.
Una joya escondida del Delta
El antiguo Convento San Francisco es hoy una escapada ideal desde Buenos Aires, donde la historia del Delta, la arquitectura centenaria y la naturaleza se combinan en una experiencia distinta. Un lugar que resistió al olvido y volvió a abrir sus puertas, demostrando que el patrimonio bonaerense todavía tiene mucho para contar.

Créditos: video y fotos de “Patrimonios en Ruta”

