Mientras en nuestro país el tema todavía pasa de largo, en gran parte del mundo la llamada “Gripe K” ya se convirtió en la protagonista incómoda de la temporada. La variante H3N2 subclado K irrumpió antes de lo previsto y viene dejando escenas que recuerdan a esos meses previos a diciembre de 2019, cuando el coronavirus apenas circulaba como rumor. Hoy, en cambio, los sistemas de salud de Europa, Estados Unidos y Japón están trabajando al límite.
Llegó antes de tiempo
La gripe K adelantó su aparición, especialmente en el ya frío hemisferio norte, entre tres y seis semanas y dejó sin margen a epidemiológos y autoridades sanitarias.
En varios países, las guardias aparecen desbordadas, con pasillos llenos y personal exhausto. Desde la OMS describen el comportamiento del virus como “inusualmente veloz y capaz de alterar los patrones conocidos”.
En España, la incidencia de contagios ya es diez veces mayor que la del año pasado; en Alemania, Canadá y el Reino Unido se activaron refuerzos extraordinarios e incluso se retomó el uso de barbijos en centros de salud. La postal se repite: salas saturadas, urgencias sin espacio y profesionales que no dan abasto.
Síntomas que sorprenden
Aunque la variante K no parece generar cuadros más graves en personas vacunadas, sí demuestra una habilidad particular para propagarse. Mutaciones recientes le permiten evadir parte de la inmunidad previa, incluso entre quienes tienen las dosis al día.

Los síntomas comienzan con fiebre alta repentina, dolores musculares intensos, tos seca y una fatiga que derriba a cualquiera. En muchos casos aparece también diarrea o dolor abdominal.
Entre los más chicos, médicos reportan dolor de oído y una marcada disminución en la actividad diaria. La combinación de la gripe K con la circulación de VRS y SARS-CoV-2 complica aún más el panorama y obliga a realizar diagnósticos combinados que consumen tiempo y recursos.
La vacuna como freno
En el hemisferio norte, las autoridades fueron directas: “Vacúnese sin demora”. El ECDC destacó que la inmunización sigue siendo la herramienta más eficaz para evitar complicaciones.
En el Reino Unido, los primeros datos muestran que la vacuna reduce entre un 70% y 75% las internaciones pediátricas y entre un 30% y 40% las de adultos.

Los grupos prioritarios son los de siempre: mayores de 65 años, embarazadas, personas inmunodeprimidas, pacientes con enfermedades crónicas y personal sanitario.
También insisten en medidas que ya forman parte del manual básico: ventilar los ambientes, lavarse las manos, usar barbijo ante cualquier síntoma y evitar automedicarse, sobre todo con descongestivos que pueden generar riesgos cardíacos. Si la fiebre persiste o respirar se vuelve difícil, la recomendación es consultar de inmediato.
Aunque la letra K despierte cierta complicidad inevitable en el lector argentino, esta vez no se trata de política ni de guiños internos: es un virus que afuera avanza rápido y que acá todavía no está en la conversación pública. Pero así empiezan muchas historias globales: bajito, sin ruido… hasta que un día nadie puede hablar de otra cosa.

