La temporada estival todavía no empezó formalmente, pero la costa bonaerense ya dejó ver su cara más peligrosa. En las últimas semanas se registraron varios casos de personas arrastradas por el mar, rescates de alto riesgo e incluso muertes en distintos puntos de la Provincia, lo que encendió las alarmas de los equipos de emergencia.
Los guardavidas coinciden en que el mar no está igual que hace diez años: hay más inestabilidad, más cambios bruscos y más bañistas ingresando en horarios o zonas no habilitadas. En ese escenario, aparece un enemigo silencioso, desconocido para la mayoría, pero responsable de la mayor parte de los rescates. Se trata de las corrientes de retorno, conocidas popularmente como “chupones de mar”, un fenómeno tan frecuente como desconocido para el público general.
Los guardavidas advierten que estas corrientes son responsables de la mayoría de los rescates cada verano y que siguen siendo un riesgo subestimado, especialmente por turistas que llegan a la costa sin saber qué señales deben observar.
Qué es un “chupón de mar” y por qué es tan peligroso

El guardavidas, profesor de Educación Física y periodista deportivo Alejandro Mittica explica que la mayoría de los incidentes no ocurren por “imprudencia temeraria”, sino por desconocimiento de cómo funciona el mar. Y señala un punto clave: el peligro suele estar donde el agua parece tener menos movimiento y oleaje.
Mittica, con amplia experiencia en rescates, explica que un chupón es una corriente de resaca: un canal estrecho de agua que fluye rápidamente hacia mar adentro. Lo peligroso es que suele verse como la zona “más tranquila” de la playa. “No hace ruido, no tiene espuma y muchas veces parece un lugar ideal para entrar”.
“Ese es el engaño: la calma superficial tapa la fuerza con la que el agua se está escapando hacia afuera”.
Según detalla, esta corriente se genera cuando el agua acumulada en la orilla busca volver al mar a través de un canal. Es lo que muchos bañistas interpretan como “un hueco sin olas”, pero que en realidad actúa como una cinta transportadora natural que empuja hacia afuera.
La mecánica es simple pero letal: cada ola que rompe empuja agua hacia la costa. Ese volumen queda acumulado por unos segundos, generando un desnivel casi imperceptible. Cuando el mar necesita liberar esa agua, busca el punto más profundo del fondo —un canal, un pozo o un corte entre bancos de arena— y se acelera violentamente por ese hueco, formando el “cuello” del chupón.
“Es un sector sin rompiente, aparentemente más seguro. Pero al contrario: ahí se forma un flujo continuo hacia el mar, que puede superar la capacidad de nado de cualquier persona y causar pánico en segundos”, advierte el especialista al tiempo que da cuenta que algunas mediciones muestran corrientes de 2 a 3 metros por segundo, más rápidas que lo que puede nadar una persona entrenada.
Cómo reconocer un chupón antes de que sea tarde
Una de las señales más importantes es, justamente, la más contraintuitiva: el agua demasiado calma. Según el experto, esa franja aparentemente “mansa” existe porque las olas se frenan en los bancos de arena que están a los lados, dejando el canal del chupón libre de rompiente. Esa ausencia de espuma suele confundirse con seguridad.

Mittica describe cuatro indicios que, combinados, deberían encender la alerta:
- Zona sin olas en medio de dos sectores con rompiente fuerte.
- Agua más oscura o turbia, porque arrastra arena hacia afuera.
- Espuma que se mueve hacia adentro del mar en vez de volver a la costa.
- Una especie de “cinta” más profunda, donde el cuerpo empieza a perder contacto con el fondo rápidamente.
Para los guardavidas, detectar esas señales es rutina. Para los veraneantes, no. Por eso insisten en que nunca se debe ingresar en áreas donde el mar “se abre” y parece más calmo.
Los tres tipos de chupón que pueden aparecer en la Costa Atlántica
Mittica remarca que no existe un único tipo de corriente de retorno, y que reconocer la diferencia puede salvar vidas. Aunque muchos lo asocian solo a un pozo, en realidad se trata de un mecanismo de succión que se activa cuando el agua acumulada en la orilla busca regresar al mar a través de un canal.
El experto detalla que existen tres tipos de “chupón”:
- Chupón fijo: aparece siempre en el mismo sector, generalmente asociado a un canal profundo o a estructuras como espigones. Es el más común y el más engañoso: crea la ilusión de una “pileta natural”.
- Chupón repentino o flash: surge en minutos. Una serie de olas más grandes o un cambio brusco en la marea puede activarlo incluso en días sin viento ni tormenta. Es especialmente riesgoso porque toma por sorpresa a quienes estaban en una zona segura.
- Chupón migratorio: se desplaza lateralmente a lo largo de la playa. Para el bañista promedio es muy difícil de identificar, porque puede moverse decenas de metros en poco tiempo.
En todos los casos, la clave es la misma: si el agua está demasiado tranquila entre dos rompientes, puede ser un chupón.
Qué hacer (y qué no) si la corriente te agarra
La regla más importante es clara y directa: no nadar hacia la orilla. El error más común —y el que puede convertir una situación controlable en una tragedia— es intentar nadar de frente contra la corriente. “No se puede. Te cansás rápido y entrás en pánico”, remarca Mittica.
“Eso es lo primero que intenta hacer la mayoría, y es lo que más agota. La corriente siempre gana”.
La maniobra correcta es:
- Mantener la calma y evitar el impulso de nadar contra el mar.
- Dejarse llevar unos metros, acompañando la corriente para evitar el agotamiento.
- Nadar en paralelo a la costa, hacia uno de los laterales.
- Una vez fuera del canal, volver en diagonal hacia la playa, aprovechando la rompiente.
- Levantar un brazo para pedir ayuda si no se logra salir.
“Lo importante es entender que la corriente no te hunde, solo te desplaza. La clave es salir del sector donde circula”
Mittica también detalla que la mayoría de los rescates ocurren a escasos metros de la orilla, en el instante en que la persona se desespera y agota intentando avanzar contra el flujo.
La importancia de respetar los horarios y la bandera
Mittica además subraya que muchos rescates ocurren fuera del horario de servicio, cuando no hay personal en las torres.
“La gente cree que si el día está lindo, el mar está bien. Pero el mar cambia en minutos”.
Por eso recomienda:
- Entrar al agua solo en zonas vigiladas.
- Revisar la bandera del día.
- Evitar el mar cuando hay viento fuerte, corrientes cruzadas o rompientes muy desparejas.
- No ingresar después de comer en exceso o bajo los efectos del alcohol.
- Prestar especial atención a niños y personas mayores.
Un verano que exige más precaución que nunca
Con la temporada a punto de comenzar y un aumento de incidentes que preocupa a las autoridades, los especialistas coinciden en que el conocimiento es el mejor salvavidas. Entender cómo funciona la corriente de retorno, identificarla desde la arena y saber cómo actuar puede marcar la diferencia entre un susto y una tragedia.
Las corrientes de resaca pueden activarse incluso en días soleados o sin viento. Tormentas lejanas que generan oleaje sin nubes a la vista, bancos de arena que cambian de un día a otro, mareas vivas o estructuras humanas que modifican el fondo pueden disparar un chupón en minutos.
“El mar argentino es hermoso, pero también dinámico e imprevisible. Conocer cómo funciona este fenómeno es clave para disfrutarlo con responsabilidad y seguridad”.
“La prevención y la educación son la mejor herramienta para evitar accidentes”, afirma Mittica, quien insiste en que el conocimiento salva vidas tanto como un buen operativo de guardavidas.

