En el “lobby mediático” por la reforma laboral, el comentario de Eduardo Feinmann demostró una vez más cómo los argumentos, especialmente en televisión, buscan “instalar sentido” antes que describir realidades.
Su afirmación (la idea de que dos palabras “hicieron grande” a Estados Unidos) quedó expuesta como un recurso más retórico que analítico, sobre todo porque la frase en cuestión no proviene de la historia económica norteamericana, sino del programa televisivo de Donald Trump “El Aprendiz” o “The Apprentice“.
En ese marco de erosión mental que busca la TV oficialista, la escena mostró la intención de apuntalar la iniciativa gubernamental, aun cuando los ejemplos citados tienen poco anclaje en datos concretos y mucho en construcción simbólica “para la tribuna”.
El intercambio con Rossi y la embestida contra el peronismo
Durante el pase en A24 con Pablo Rossi, ambos periodistas se encolumnaron rápidamente detrás de la defensa del proyecto del Gobierno.
Rossi cuestionó la postura del peronismo con una frase delirante: “¿Qué derechos? Si lo que hubo es una pérdida formidable de puestos de trabajo del sector privado, y la no creación de nuevos puestos de trabajo”.
La mirada apuntaba a desacreditar la idea de que la reforma recorta derechos, planteando que el problema central no es la pérdida sino la imposibilidad de generar empleo.
Feinmann reforzó el planteo desde otro ángulo, señalando que existe un relato extendido en sectores críticos: “Yo he escuchado periodistas decir que los empresarios quieren esta ley para echar a la gente, que están esperando la ley para echar a la gente. Y no se dan cuenta que la gran mayoría de los empresarios, no quiere echar a la gente, quiere tomar a más gente”.
Esa afirmación condensó la habitual defensa del empresariado como motor de empleo y como si los trabajadores debieran agradecerles por contratarlos, aun cuando las estadísticas del mercado laboral argentino muestran tensiones persistentes y una precarización creciente.
La frase de Trump convertida en argumento económico
Fue entonces cuando Feinmann lanzó su sentencia más comentada: “Voy a decir algo políticamente incorrecto, hay dos palabras que hicieron grande a los Estados Unidos, y esas palabras son ‘estás despedido’”.
El problema no fue solo el tono provocador, sino el origen mismo de la frase: no forma parte de ningún documento fundacional del capitalismo norteamericano ni de alguna política laboral innovadora, sino que fue el sello artístico de Donald Trump en su reality televisivo que lo popularizó a él para su lanzamiento político.
Presentarla como explicación del liderazgo de Estados Unidos (un país que hoy enfrenta problemas económicos estructurales y un declive indudable frente a nuevas potencias) hace más ridículo al argumento.
Feinmann intentó profundizar el ejemplo, componiendo una postal idealizada del funcionamiento laboral norteamericano: “El sistema es tan sencillo en los Estados Unidos, que tu empleador dice ‘no rendiste, la verdad te agradezco mucho, pasá por la caja, te llevás tu indemnización, y te vas, gracias por todo’. O el mismo empleado puede ir y decir ‘¿sabe qué? No más’. Y va se busca otro trabajo. Y así funciona, y te puedo asegurar que hay una baja tasa de desempleo”.
La descripción, más cercana al formato de un programa de televisión que a un diagnóstico económico completo, deja afuera los debates internos en EE.UU. sobre desigualdad, sindicalización debilitada y pérdida de derechos laborales que vienen acumulándose hace décadas.
Nada de eso aparece en la síntesis televisiva del conductor/operador, que privilegia una épica de dinamismo permanente y movilidad sin fricciones, que en la práctica ni existe ni siquiera en Estados Unidos.
La batalla cultural y la lógica de la flexibilización
En el tramo final del intercambio, Feinmann buscó volver al terreno conceptual: “Un empleador no toma gente para despedirla, toma gente para que trabaje”. Y Rossi agregó una lectura que apunta al núcleo de la reforma: “Se apelan a esos derechos como si fueran derechos naturales. Si no hay trabajo, ¿cuál es el derecho adquirido? El punto de los que tienen ese discurso sesgado, es que no están viendo a los que no tienen ningún trabajo, o tienen trabajos informales, sin ningún derecho. La idea es volcar a toda esa informalidad al mercado laboral formal, con reglas más flexibles, de rápida gestión. Esta batalla cultural es clave, es esencial”.
Esa noción de “batalla cultural” funciona como telón de fondo de toda la escena. La elección de una frase televisiva de Trump, presentada como si condensara la esencia del modelo norteamericano, opera como una justificación simbólica de un cambio profundo en las reglas del trabajo.
El mensaje implícito es claro: en la dinámica laboral deben primar la flexibilidad y la autoridad del empleador. Y si eso requiere importar lemas de la cultura pop estadounidense, aun sin ninguna relación con la realidad, el recurso parece considerado válido.

