El documento publicado en el Registro Federal por U.S. Customs and Border Protection (Aduana e inmigración) plantea convertir las declaraciones en redes sociales de futuros turistas que quieran ingresar a Estados Unidos en un elemento obligatorio dentro del trámite del Electronic System for Travel Authorization (ESTA). Según la propia notificación, “El elemento de datos requerirá que los solicitantes de ESTA proporcionen sus redes sociales de los últimos 5 años“.
Además, la propuesta incorpora otros campos que amplían la vigilancia digital: teléfonos usados en los últimos cinco años, correos electrónicos de la última década, metadatos de fotos, detalles extensos sobre familiares y hasta referencias biométricas. El cambio se presenta como cumplimiento del Ejecutivo y de órdenes y memorandos vinculados a la seguridad nacional.
En la práctica se traduce en que, inclusive los argentinos que tengan doble nacionalidad Europea, y no requieran tramitar un visado, también serán afectados si esta iniciativa se concreta.
Cuál es el argumento oficial y qué dicen los críticos
El gobierno de Trump, justifica la medida en términos de “protección contra amenazas terroristas y la seguridad pública”, y en la necesidad de identificar riesgos antes de la admisión de extranjeros.
En el texto del posible proyecto presidencial se afirma que “La política de los Estados Unidos es proteger a sus ciudadanos de los extranjeros que pretenden cometer ataques terroristas, amenazar nuestra seguridad nacional, defender una ideología odiosa… y explotar las leyes de inmigración con fines malévolos”.
Organizaciones de derechos humanos, sectores del turismo y expertos legales han señalado que la disposición puede derivar en un “efecto chilling” sobre la libre expresión: la posibilidad de que opiniones o críticas públicas (incluso esporádicas) condicionen la admisibilidad de una persona ante oficiales migratorios.
Medios internacionales advierten que se trata de una extensión del control ya vigente para solicitantes de visa tradicionales, pero radicalizada al aplicarse a quienes hasta ahora ingresaban con requisitos mínimos.
Implicancias prácticas y el estado del trámite
Por ahora se trata de una propuesta abierta a comentarios públicos, habitualmente 60 días, y no de un requisito en vigor; sin embargo, la publicación en el Federal Register marca un paso formal hacia su posible implementación. Si avanza, el trámite del ESTA pasaría a exigir mensajes subidos, identificadores y una revisión previa al viaje que eleva los costos administrativos y la exposición del viajero, y la admisión condicionada a su ideología.
Políticamente, la iniciativa se inscribe en una línea de endurecimiento migratorio y digital que ya generó fricciones con aliados y advertencias sobre impacto en el turismo (más aún en un contexto con grandes eventos internacionales en agenda como el Mundial 2026).
Jurídicamente, quedan interrogantes sobre los límites entre seguridad y libertad de expresión, y sobre quién definirá qué expresiones resultan “inadmisibles”.
Quién piense ir al Mundial, “ojito” con lo que posteó
La propuesta oficial no es un rumor: recoge un cambio real y concreto en la colección de datos de entrada que, de aprobarse, condicionaría la posibilidad de ingresar al país norteamericano y chocaría con la tan declamada “libertad de expresión“, y el riesgo de que el historial digital actúe como un filtro ideológico previo a la admisión en suelo estadounidense.
Mientras la norma sigue su trámite, la discusión pública decide si una frontera puede transformarse también en juzgado del pasado expresivo de cualquier turista.
Fuentes: Federal Register, Reuters, Al Jazeera, The Guardian.

