“Sarlo escribió sobre Milei”, decía el mensaje en mi celular. Me preparé un café con leche, unas tostadas con queso crema y mermelada, y mientras lo hacía (tardo unos 7 minutos en el procedimiento), conjeturé sobre lo que pudo haber escrito Beatriz Sarlo sobre Javier Milei.
Lo primero que pensé fue: Sarlo es una señora paqueta, palanganuda, que dicen que leyó mucho y me cuentan que escribió varios libros. Seguramente debe haber hecho referencia a los gritos de Milei, porque le deben molestar, mucho más incluso que el tono marcial de Cristina, la papa en la boca de Macri o la voz aflautada de Alberto. Estoy seguro de que acerté, que le molestan, y que hizo alusión a eso.
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Puse el pan en la tostadora y meditabundo, medio dormido, me dije: apuesto mi casa contra una aceituna a que va a desarrollar alguna analogía o metáfora referida a la cancha, para darle una patina de brutalidad al economista libertario. Eso no falla, si sos una señora de recoleta que le levanta la caca al Yorkshire con una bolsita, es obligatorio vilipendiar la liturgia futbolera. Encima Milei es futbolero, muy futbolero. Olvidate, le sacude con eso.
Por último, mientras mi córtex prefrontal entraba en calor, pensé: ¡los nazis! ¡va a hablar de nazis! Espero que no sea tan mediocre de hablar de los nazis esta señora en una nota sobre Milei, eso es más propio de un periodista con ambo 100% poliéster, ensobrado por algún politiquero. Rogué que no lo haya hecho, juro que rogué.
Lamentablemente, y tal como había conjeturado mientras preparaba mi desayuno en 7 minutos, la señora Sarlo trató a Milei de gritón, de bestia futbolera y recurrió, como tantos otros imbéciles que pueblan nuestro suelo, a las elípticas analogías nazis; una mala costumbre, mucho peor que dejar la caquita del Yorkshire en la vereda, Sarlo.
Milei grita bastante, aunque cada vez menos, porque ya lo empezaron a oír, y cuanto más lo oigan menos va a gritar. No va a ser necesario que grite tanto, porque en voz baja le va a poder decir a un político parásito que con la plata que le pagamos todos y que destina a contratos de supuestas secretarias para proveerse su parasitario apareamiento, podrían salir de la situación de calle esos a los que el Yorkshire de Sarlo les hace pis en la cobija mientras duermen. Lo que no tiene que hacer Sarlo es criticar una de las características más comunes de la paralingüística argenta: el hablar con un volumen alto, gritando, eufóricosssss. Porque, aunque usted sueñe cada noche con haber descendido de los ingleses, Sarlo, los argentinos descendemos mayoritariamente de los italianos y los españoles, y no hace falta ser un antropólogo cultural para comprender la evolución e idiosincrasia de los pueblos latinoamericanos. Pero no se desanime, la voy a alegrar un poco con esto que le voy a contar, porque algo he leído también, eh.
¡Los ingleses nos dieron el futbol Sarlo! Los hooligans se matan a trompadas en la cancha como nadie, en serio Sarlo, no es todo color de Shakespeare la vida. No se desmaye que si cae arriba del Yorkshire lo va a aplastar. Tenemos el futbol por ellos, y usted tiene a Milei futbolero gracias a ellos. Lo que van a pensar sus amigas mientras tomen el té a las faiv o clok cuando se enteren de esto. Futboleros y bilardistas los seguidores de Milei, Sarlo. Porque ante todo método, trabajo y humildad (la que a usted le falta).
Sobre su analogía nazi, voy a contarle algo que usted ya debe saber. Hace ochenta años, los sarlos de esa época (todos descendientes de italianos y españoles como usted, ninguno inglés), acusaban a los seguidores de Perón de nazi-fasci-falanjo-peronistas, así de copados eran. Lo cierto es que los seguidores de Perón eran laburantes del Gran Buenos Aires, lo que hoy se conoce como el “conurbano bonaerense”, esa geografía sociológica que usted mira en la TV como documental de Discovery Channel, para comentarlo en el té de las faiv o clok con otras señoras que no gritan, porque deben ser inglesas como usted, jaja, Sarlo. Sépalo bien, escritora que supo ser antiperonista por la vía del izquierdismo recoletero: los que hundieron los pies en la fuente el 17 de octubre del 45, son los abuelos y bisabuelos de los seguidores de Milei. Eran laburantes que soñaban con vivir mejor; hoy sus nietos y bisnietos trabajan en Rappi y mueren atropellados por dos pesos con cincuenta. Eran peronistas y hoy son libertarios. No eran nazis Sarlo, no entendiste nada, y tenés ochenta años.
Ya es tarde, Sarlo.
*El autor es docente especializado en Ciencias del Comportamiento
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