La historia judicial que nació aquella madrugada fatal en La Plata está lejos de cerrarse. El expediente por la muerte de Walter Armand, el joven atropellado en pleno centro por el Fiat 500 que conducía Felicitas Alvite, alias La Toretto, volvió a moverse y deja un dato clave: el juicio ya quedó desplazado hacia 2026.
El 18 de febrero, a las 9 de la mañana, el Tribunal Oral en lo Criminal II fijó la tercera audiencia preliminar, una cita presencial y de asistencia ineludible para todas las partes. Una más en un camino que parece no terminar nunca.
Postergaciones, controversias y maniobras
La trama procesal se volvió una disputa abierta entre la defensa y la acusación. Los abogados de Alvite —Flavio Gliemmo, Santiago Irisarri y Luisina Gliemmo— pasaron del alarde de una lista kilométrica de testigos a un recorte abrupto y, a la vez, lanzaron una acusación grave: aseguran que durante la instrucción habría habido pruebas ocultas.
Ese argumento derivó en una investigación interna y alimentó el clima de desconfianza que ya domina la causa.
Del otro lado, la querella que encabeza Fernando Burlando, junto con el fiscal Martín Chiorazzi, rechaza cualquier sombra de irregularidad y mantiene su postura firme: Alvite debe ser juzgada por homicidio simple con dolo eventual.
Y no solo ella. Para la familia Armand, Valentina Velázquez, la amiga que estaba con Alvite aquella noche, también tiene que responder bajo la misma figura penal. Hoy, sin embargo, llega al proceso con una imputación más leve por conducción temeraria.
Una familia que no se resigna
Los padres y hermanos de Walter no faltaron a ninguna audiencia. Cada retraso, cada cruce entre abogados, cada estrategia defensiva se vive como una nueva herida. “Lo único que pedimos es justicia. No queremos más maniobras para estirar lo que ya está claro”, repiten fuera de los pasillos del tribunal.
Un juicio con final abierto
La expectativa ahora se traslada a un 2026 que aparece cargado de interrogantes. Con testigos por ordenar, pericias por revisar y planteos que aún esperan respuesta, cada movimiento puede cambiar el rumbo.
Mientras tanto, La Plata observa. La historia que nació entre velocidad, redes sociales y una muerte absurda todavía no entró en su capítulo final. Y la sensación es que, cuando lo haga, el debate será tan fuerte como el ruido del motor que inició esta tragedia.

