La escena duró apenas unos segundos, pero alcanzó para encender todas las alarmas. Un móvil de C5N recorriendo la larguísima fila de aspirantes al casting de Gran Hermano Generación Dorada 2026 (o como finalmente se llame) se topó con un rostro que descolocó a todos. Mirada fija, sonrisa rígida, respuestas cortadas, un gesto corporal que muchos interpretaron como inquietante.
El recorte empezó a circular a velocidad supersónica en redes. Los comentarios fueron inmediatos y, en muchos casos, crueles: miedo, burla, diagnósticos psiquiátricos, y hasta su segura filiación política, lanzados al voleo. Para la mayoría, era “el chico con cara de zombie”. Para otros, algo peor.
El clip que encendió el miedo
Lo que casi nadie sabía en ese primer momento es que esa persona no era un desconocido cualquiera. Era Maxi Miller, el influencer detrás del personaje “Hola niños”, un youtuber de culto que hace años viene construyendo una identidad ligada al terror, al susto y a una estética deliberadamente perturbadora.
La viralización del video del casting, ocurrida este martes 16 de diciembre, lo colocó en el centro de la escena, pero esta vez desde un lugar incómodo: no como personaje, sino como persona.
El problema es justamente ese límite borroso. En el móvil de C5N, Maxi Miller no estaba grabando para su canal ni interpretando un sketch. Estaba haciendo la fila como cualquier otro aspirante. Sin embargo, su modo de hablar, sus gestos y su expresión facial activaron una lectura automática y despiadada.
En cuestión de horas, se multiplicaron los clips editados, los memes y las especulaciones sobre su salud mental. Pocos se tomaron el trabajo de averiguar quién era o de dónde venía esa imagen que hoy genera rechazo y temor.
El hombre detrás del personaje
La historia de Maxi Miller es conocida para quienes siguen el universo de YouTube desde hace años. Durante dos décadas fue víctima de bullying feroz: por su apariencia, por su forma de hablar, por su timidez.
El quiebre llegó cuando defendió a su hermano menor de una situación de hostigamiento y, casi sin pensarlo, gritó por primera vez ese “¡Hola niños!” que luego se transformaría en marca registrada. El video se viralizó, el personaje nació y el miedo cambió de bando.
Desde entonces, Maxi construyó un alter ego monstruoso que asusta a los malos y acompaña a los que se sienten débiles. Detrás de la mueca, hay un discurso de autoestima, de reparación y de salida del túnel.
Gran parte de su vida Maxi Miller fue víctima de bullying constante, primero en la infancia y luego durante la adolescencia, por su apariencia. Sufrió burlas, violencia física y aislamiento que marcaron su recorrido escolar y personal, en un contexto familiar atravesado por dificultades económicas y situaciones de violencia.
Ese hostigamiento sostenido lo llevó a crecer en silencio, con una autoestima dañada y con la sensación permanente de estar en desventaja frente a los demás.
Pero el clip del casting mostró otra cosa: cómo ese mismo cuerpo y esa misma cara, fuera de contexto, vuelven a ser leídos como amenaza. Como si el monstruo hubiera devorado al hombre.
Con su presentación al decir que “viene de su casa“, y que de quedar seleccionado va a dar show, estrategia y juego, pero además que va a dormir todo el día, y que se despertará por las noches para espantar a todos los demás participantes del Gran Hermano, provocó burlas, desconcierto, y algo de “cringe freak“.
La viralización da pie a una incomodidad más profunda. ¿Qué pasa cuando alguien que ya fue víctima durante años vuelve a quedar en el centro de la burla colectiva, esta vez amplificada por la televisión y las redes? ¿Cuánto hay de personaje y cuánto de historia personal en esas respuestas que tantos calificaron de “fuertes”?
La frase de Diego Brancatelli de fondo diciendo “mi auto contra un alfajor a que votó a Milei“, parece haber sentenciado una condena anticipada para el joven aspirante a “gran hermaner”.
El impacto que generó Maxi Miller en la pantalla, y luego en dispositivos, reabre el debate sobre cómo se construye la mirada pública a partir de recortes virales. Detrás de la imagen que circuló hay una historia previa de dolor que muchos desconocen.

