La historia de Kenya, la elefanta africana que durante décadas vivió en cautiverio en la Argentina, llegó a su final este martes en Brasil. Tenía 44 años y se encontraba en el Santuario de Elefantes de Brasil (SEB), adonde había sido trasladada en julio pasado desde el Ecoparque de Mendoza. Con su muerte, se cierra definitivamente un capítulo histórico: ya no quedan elefantes en cautiverio en el país.
El fallecimiento fue confirmado por el propio santuario, que informó que el animal atravesaba desde hacía varios días un seguimiento veterinario intensivo y que se realizará una necropsia para determinar con precisión las causas de su muerte. Desde la organización explicaron que Kenya murió acompañada por sus cuidadores, tras una noche en la que había mostrado señales de alivio. “Después de varios días sin mostrar señales de que estuviera acostada, Kenya finalmente se acostó anoche. Parecía haberse instalado, y su respiración se volvió más fácil”, comunicaron. Sin embargo, al amanecer su estado se agravó: su respiración se alteró y emitió “una suave trompeta de cachorro” antes de morir, “rápido y en silencio”.
Los últimos días de Kenya bajo cuidado veterinario
Durante sus últimos días, Kenya permaneció bajo vigilancia permanente del equipo veterinario del SEB. El sábado previo a su muerte, los especialistas detectaron cambios en su respiración, un signo de alerta en elefantes, animales que suelen ocultar el dolor y las enfermedades. Ante ese cuadro, se inició de inmediato un tratamiento con antibióticos y se reforzaron las terapias para aliviar los dolores articulares, consecuencia directa de décadas de cautiverio.
El lunes, el tratamiento se intensificó con un antibiótico de amplio espectro, la colocación de un catéter intravenoso y terapias destinadas a reducir el estrés. Recibió fluidos, nebulización por dificultades respiratorias y terapia láser para aliviar el dolor en las articulaciones. “Sus ojos mostraban cansancio, aunque parecían más vivos luego de la tarde de terapias”, indicaron desde el refugio.
La historia de Kenya
Kenya había llegado al Santuario de Elefantes de Brasil el 9 de julio de 2025, tras un proceso de preparación que demandó siete años e incluyó evaluaciones sanitarias, permisos internacionales y un entrenamiento basado en refuerzo positivo. El traslado coincidió con el Día de la Independencia argentina y recorrió unos 3.600 kilómetros en un viaje de cinco días, acompañado por su cuidador y dos veterinarios del santuario. Se realizó en un contenedor especialmente diseñado y bajo estándares internacionales de bienestar animal.
Antes de su llegada a Brasil, Kenya había pasado toda su vida en cautiverio. Había arribado a la Argentina desde un zoológico alemán cuando tenía alrededor de cuatro años y vivió durante décadas en el zoológico de Mendoza, luego reconvertido en Ecoparque. En ese espacio reducido, su única “compañía” durante años fue una pintura de un elefante sobre una pared de cemento.
Los especialistas del santuario señalaron que Kenya presentaba diversas afecciones producto de ese prolongado cautiverio. Entre ellas, un colmillo con crecimiento incorrecto y severos problemas en las patas traseras, asociados a haber permanecido durante años sobre sustratos inadecuados, una condición que puede derivar en enfermedades degenerativas como la osteomielitis. También había llegado con una gruesa capa de piel muerta, consecuencia de años sin baños adecuados.
Pese a ese historial, su llegada al santuario mostró un cambio notable en su comportamiento. Los cuidadores destacaron que, a diferencia de su vida en Mendoza, donde no podía ver más allá de su recinto, en Brasil comenzó a derribar árboles, revolcarse en el barro y explorar el entorno. Además, compartió sus primeros meses en el santuario con Pupy, otra elefanta trasladada desde la Argentina, con quien convivió alrededor de tres meses hasta la muerte de esta última, ocurrida dos meses antes.

