La grieta vende. Y mucho. Mientras desde los micrófonos y cámaras de los streamings políticos se alimenta la polarización, detrás de escena los números cierran para los mismos de siempre. Una investigación publicada por el sitio Realpolitik destapó una trama que desnuda con crudeza el verdadero negocio de la división: los dos streamings políticos más exitosos del momento, Blender Media SA y Carajo SA, tienen los mismos socios, el mismo domicilio y el mismo objeto social. Incluso comparten escribanía.
A simple vista, Blender se presenta como el refugio de contenidos progresistas y kirchneristas, mientras que Carajo es promocionado por los sectores libertarios y oficia de usina mediática en favor de Javier Milei. Los papeles, sin embargo, cuentan otra historia.
Siempre según Realpolitik, ambas empresas fueron constituidas el mismo día, con números de escritura consecutivos (32 y 33), en el mismo Registro 1340 de CABA. No sólo eso: comparten domicilio legal en Ortiz de Ocampo 3302, módulo 3, 1º piso, oficina 7, en la Ciudad de Buenos Aires.
La investigación también detalla que los presidentes y directores suplentes de ambas sociedades son los mismos: Sebastián Tabakman, un empresario nacido en 1992 domiciliado en Godoy Cruz (CABA) y Diego Sebastián Abatecola, radicado en Garay, CABA. Además, aparece como socio común Augusto Marini, CEO de CaleGroup, recientemente señalado por cobrar 108 millones de pesos en pauta oficial de la Defensoría del Pueblo bonaerense que comanda Guido Lorenzino.
Streamings en espejo
Los socios “exclusivos” de cada empresa tampoco se diferencian por su currículum político. En Blender, Iván Liska trabajó en el área de Comunicación de la Jefatura de Gabinete durante las gestiones de Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández. En Carajo, Daniel Parisini, conocido como “Gordo Dan”, cobró un contrato del ministerio de Salud nacional entre 2019 y 2023.
Como si hiciera falta más evidencia, Blender y Carajo tienen idéntico objeto social: producción audiovisual, edición discográfica, representación de artistas, organización de eventos y explotación publicitaria en múltiples soportes. También comparten el mismo capital social: 30 millones de pesos, divididos en 3 millones de acciones con igual valor nominal y derecho a un voto por acción. La única diferencia es cómo se repartieron los porcentajes.
Ambas sociedades fueron, además, inscriptas por la misma escribana, María Marcela Olazabal, en el mismo tomo y folio del Colegio Público de la Abogacía de la Capital Federal.
El informe pone en evidencia lo que la narrativa política esconde: detrás de la pirotecnia ideológica de las redes, los clips virales y las transmisiones en vivo que incendian Twitter y TikTok, la grieta es un negocio millonario manejado por los mismos operadores. Dos marcas distintas, un mismo grupo de socios y una sola billetera.
En rigor, no hay nada nuevo bajo el sol. Se trata del viejo truco de la segmentación: darle a cada audiencia lo que quiere y sacarle el mayor jugo posible… al Estado.