La determinación la hizo el juez federal subrogante Javier Pico Terrero, quien determinó que se le administre el dióxido de cloro al paciente Oscar Jorge García Rúa hijastro de una señora fallecida por Coronavirus. Sucedió después de que la mujer muriera el miércoles pasado por complicaciones derivadas del COVID. La terapia la recetó el neurocirujano personal del paciente Dante Convert.
El derivado de la lavandina, que es vendido por falsos gurúes de medicina alternativa como una fórmula milagrosa, no posee autorización de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), por lo que el sanatorio Otamendi, la institución médica que se negó a suministrárselo, ya apeló la medida.
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La argumentación con la que el juez federal subrogante dio lugar a la solicitud de la familia del paciente dice: “la cobertura de los tratamientos indicados no ocasionaría un grave perjuicio para la demandada, pero evita, en cambio, el agravamiento de las condiciones de vida de la actora”.
Por eso, en su fallo el magistrado determinó que el sanatorio de la Capital Federal debe “garantizar la implementación de los tratamientos prescriptos por su médico tratante”.
El dióxido de cloro es una sustancia básicamente utilizada como desinfectante de superficies y blanqueador de materiales orgánicos y la imposición judicial preocupa y despierta polémicas ya que podría sentar jurisprudencia para recetar tratamientos que no están autorizados por la ANMAT ni ninguna otra autoridad sanitaria argentina.
Además son varios los especialistas en infectología y referentes de la sanidad nacional que se han presentado ya públicamente como “preocupados” frente a lo que significa que un juez pueda inmiscuirse en temáticas que desconoce, basándose en argumentos jurídicos que sin un asesoramiento profesional médico, pueden causar mucho más daño del que pretenden preservar al paciente.
El tratamiento pedido por el demandante evidenció no tener ningún efecto favorable y sí en cambio ofrecer muchos riesgos colaterales.
Esto quedó rápidamente demostrado el año pasado cuando quienes utilizaron este producto por consejos livianos de conductores de TV o el mismo Presidente de los Estados Unidos, sufrieron consecuencias de mayor o menor gravedad, algunos de ellos llegando a la muerte.
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