Junto a la escarapela, la bandera, el hornero y el juego del pato, el ceibo es uno de los símbolos oficiales que representan a Argentina. Para rendirle homenaje, todos 22 de noviembre se celebra el Día de la Flor Nacional. Conocé por qué se eligió al ceibo y cuál es su leyenda.
El ceibo es un árbol originario de Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay, que posee unas flores rojas de entre 6 y 10 centímetros y con un grosor atípico. Crece en las riberas del Paraná y del Río de la Plata, pero se lo puede encontrar también en zonas cercanas a ríos, lagos y zonas pantanosas. Suele florecer entre los meses de octubre y abril.
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La elección de esta flor como símbolo de la Nación llegó de la mano de un grupo de biólogos conformado por Ángel Gallardo, Eduardo Holmberg, Juan Domínguez, Miguel Lillo y Cristóbal Hicken, quienes incentivaron la idea de instaurar una especie floral como patrimonio nacional en 1910.
Recién en 1928, se creó una encuesta en la Revista Nacional de la industria lechera y ganadera para elegir a la flor nacional. En primera instancia, ocho mil personas participaron y decidieron que la magnolia debía ser la especie representativa de Argentina. Sin embargo, el Dr. Jurado, el entonces director del Museo de Historia Natural, señaló que magnolia no se trataba de una especie autóctona, por lo que habría que elegir otra.
Dos años después, el Diario La Razón elaboró una nueva encuesta en la que participaron 20 mil personas y, finalmente, decidieron que el ceibo sería la flor nacional argentina.
Hubo que esperar al 22 de diciembre de 1942 para que se declare al ceibo como Flor Nacional Argentina, a través del Decreto Nº 13.847. En 2008, se definió al 22 de noviembre como Día Nacional del Ceibo.
Día de la Flor Nacional: la leyenda del ceibo
De acuerdo con la leyenda oral, el ceibo nació cuando Anahí fue condenada a morir, luego de participar en un combate entre su tribu guaraní y el ejército invasor. Hasta allí, la niña cantaba feliz en la selva, con una voz tan dulce que los pájaros callaban para escucharla. Se dice Anahí luchó tanto como pudo pero que finalmente fue apresada y condenada a la hoguera.
Los soldados la ataron a un tronco, amontonaron a sus pies pajas y ramas secas, y al rato una roja llamarada la rodeó de fuego. Ante el asombro de los que contemplaban la escena, Anahí comenzó a cantar. Su voz estremeció a la noche, y la luz del nuevo día los soldados se sorprendieron al ver que el cuerpo de Anahí se había transformado en un manojo de flores rojas.
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