La cruzada de María Eugenia Vidal contra los “barones del Conurbano”, que se tradujo en una ley contra las “reelecciones indefinidas ”, limitando a dos los mandatos consecutivos a los que pueden aspirar los intendentes y legisaldores de la provincia de Buenos Aires, terminó siendo cartón pintado.
INFOCIELO lo explicó una y mil veces. La ley 14.836 nació floja de papeles porque afectaba derechos adquiridos por intendentes y legisladores dos años antes de su sanción. Su pecado original es la retroactividad, y con él estaba condenada a morir en un tribunal. Eso empezó a ocurrir la semana pasada en el Departamento Judicial de San Martín, con un fallo de primera instancia que seguramente será discutido largo y tendido.
TE PUEDE INTERESAR
María Eugenia Vidal le puso el tiro de gracia a la ley con un decreto reglamentario en el que aclaró que “un período” dura dos y no cuatro años, con lo cual habilitó lo que los conocedores llaman de manera burlona las “reelecciones indefinidas cada seis años”.
El resultado de ese mamarracho jurídico, es que la mayoría de los intendentes poderosos podrán volver a presentarse sin problemas en 2023. Así se explica el éxodo masivo de jefes comunales peronistas y opositores -son 20 hasta ahora- hacia el Gobierno nacional, el gobierno de la Provincia e incluso la Legislatura.
¿Cómo? ¿Por qué? Habiendo dejado el cargo antes del 10 de diciembre, y si no retornan hasta el 10 de diciembre de 2023, habrán estado “un período” (dos años) fuera de la función, con lo cual, presumen, estarán nuevamente habilitados para competir.
Los barones del Conurbano gozan de buena salud
Esa es la situación de 8 de los 18 “Barones del Conurbano” que, sin trampa de por medio, deberían decirle adiós al sillón municipal en 2023. Hay que señalar que varios otros planificaron una sucesión tranquila, posicionando a hijos, esposas o parientes extremadamente cercanos para que cuiden “el feudo”. El resto transita su primer mandato y no tiene apuro.
El verdadero efecto del supuesto fin de las reelecciones indefinidas no lo padecen los poderosos intendentes del Conurbano sino los viejos intendentes de pueblo, especialmente los opositores que no tienen un gabinete -nacional o provincial- donde refugiarse durante este período de dos años.
Hombres y mujeres que tienen la fortuna -o la desgracia- de ser vigilados de cerca por los miembros de sus comunidades, los vecinos con los que se cruzan a diario en el café o en la cola del cajero y que no dejan pasar ningún reclamo o felicitación.
Esos intendentes no tienen a dónde ir si piden licencia y, salvo que el fallo contra las reelecciones quede firme, no pueden volver a competir en 2023 y ven con impotencia como los “Barones del Conurbano” se saldrán con la suya una vez más.
En lo cotidiano, ya empiezan a experimentar la pérdida de poder, el “síndrome del pato rengo”. Son demasiados para aspirar a cargos legislativos en 2023, ¿Qué será de su futuro político y del futuro político del espacio que conducen? Nadie lo sabe.
Es curioso: casi todo el sistema político bonaerense dice estar de acuerdo con la idea de recortar a dos los mandatos consecutivos de los intendentes. Pero la hora de plasmarlo en una ley, lo hicieron de la peor manera. Hoy, la única alternativa viable para “salvar” la idea de alternancia, parece pasar por la Legislatura bonaerense.
TE PUEDE INTERESAR