Axel Kicillof no dejó pasar la polémica insólita que se desató desde el lunes, cuando Alejandro Álvarez, secretario de Políticas Universitarias del gobierno de Javier Milei, escribió en X: “Nadie pero nadie toma mate a las 23”.
El gobernador bonaerense, que había sido el blanco del comentario por aparecer en la televisión con un mate nocturno en el programa de Carlos Pagni, eligió responder con ironía y sencillez.
“23hs. Después de participar de la gran marcha en defensa de la universidad y la salud pública, compartimos unos mates”, posteó en su cuenta oficial, acompañado de una foto en la que se lo ve relajado, termo y mate en mano, desde la Gobernación en calle 5.
El gesto, cargado de naturalidad y sentido del humor, fue una respuesta política aunque también cultural: reivindicar al mate en cualquier horario y transformarlo en símbolo de cercanía popular frente al elitismo de quienes lo habían ridiculizado.
Un mate contra el veto
El contexto no es menor. La publicación de Kicillof llegó después de la multitudinaria marcha contra el veto presidencial a la ampliación del financiamiento universitario y al presupuesto para el Hospital Garrahan. La movilización, que reunió a sindicatos, estudiantes, docentes y dirigentes opositores, fue leída como una clara derrota política para el oficialismo libertario.
En ese marco, la foto del gobernador adquiere un doble sentido: por un lado, la ironía frente a los que lo acusaron de impostar popularidad con un mate nocturno; por el otro, un mensaje político de continuidad en la defensa de la educación y la salud públicas, con el mate como excusa para subrayar pertenencia y cercanía.
Mientras tanto, las redes hicieron lo suyo. Miles de usuarios festejaron la jugada. “Nunca te quedaste estudiando, leyendo o trabajando hasta tarde, no?”, le habían replicado a Álvarez. Otro ironizó: “Galleguito, nadie, pero nadie, usa cuatro camperas juntas”, recordando las extravagancias del propio Milei.
Viale, Álvarez y la cultura nacional
La polémica original había sido alimentada también por Jonatan Viale, que abrió su programa con un mate intervenido con el cartelito “Viale moderado” y un termo con la inscripción “Viale 2027”, como si el solo hecho de que Kicillof tomara mate lo convirtiera en candidato presidencial.
Pero el efecto fue el contrario: tanto Viale como Álvarez quedaron enredados en una discusión ridícula, alejados de la cotidianeidad de millones de argentinos que toman mate en la sobremesa, en la madrugada de estudio o en un descanso laboral.
Las respuestas en X lo dejaron claro. “Yo sí, de toda la vida, ¿cuál sería el problema? Qué estupidez”, escribió un usuario. “En mi casa se toma mate a la noche después de la cena, como el cafecito”, agregó otro. Y no faltó quien cerró con una sentencia política: “Es claro que la gente que banca a la derecha no pisa la universidad”.
El mate como boomerang
Lo que comenzó como una crítica menor se transformó en un boomerang libertario. Kicillof logró dar vuelta la polémica con una foto simple y efectiva: un mate a las 23 horas, esta vez en clave de respuesta política y cultural.
En su intento por ridiculizar al gobernador, Álvarez y Jonatan Viale terminaron retratados como lo que son: odiadores de las costumbres nacionales y temerosos del ascenso de un dirigente que, con apenas un mate en la mano, expone sus inseguridades y fortalece su propia imagen.