El mercado laboral argentino continúa mostrando señales de deterioro sostenido. Lejos de consolidarse una recuperación, los datos más recientes confirman que la destrucción de empleo formal volvió a ganar intensidad durante 2025, en un contexto atravesado por el cierre de empresas, la debilidad del consumo y la caída generalizada de la actividad económica.
De acuerdo con los registros del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), entre junio y septiembre de este año el empleo asalariado privado perdió alrededor de 49 mil puestos, con un impacto especialmente visible en los últimos meses. Solo en septiembre, el retroceso mensual fue del 0,1%, lo que implicó la salida de más de 10 mil trabajadores del sistema formal, profundizando una tendencia que se arrastra desde mediados de año.

El ajuste volvió a concentrarse en el empleo asalariado privado, que explicó casi la totalidad de la caída mensual. Este segmento se contrajo cerca de un 0,2%, mientras que el trabajo en casas particulares también mostró un nuevo descenso. El empleo público, en cambio, registró (llamativamente) una variación levemente positiva, aunque insuficiente para compensar las pérdidas en el resto del mercado laboral.
La comparación interanual expone un panorama aún más adverso. En relación con septiembre de 2024, el empleo asalariado registrado se redujo en más de 53 mil personas, con bajas en todas sus categorías. El sector privado perdió cerca de 26 mil puestos, el sector público más de 12 mil y el trabajo en casas particulares se contrajo más de un 3%, ubicándose entre los rubros más golpeados.

Un ajuste que se profundiza y ya no distingue sectores
El análisis por sectores productivos refleja con claridad el momento económico. Durante septiembre, actividades clave como la industria manufacturera, el comercio, la construcción, el agro, el transporte y la minería registraron caídas en sus niveles de empleo. Se trata de rubros intensivos en mano de obra, donde cada ajuste se traduce en menos turnos, menor carga horaria o despidos directos. En contraposición, sólo algunos sectores puntuales, como pesca, electricidad, gas y agua, y enseñanza, mostraron leves incrementos que no lograron compensar las pérdidas generales.
En octubre, los datos oficiales marcaron una suba marginal del empleo privado registrado, del orden del 0,1%. Fue el primer aumento luego de varios meses consecutivos de contracción, pero la mejora estuvo lejos de revertir la tendencia de fondo. En términos interanuales, el empleo privado continúa cayendo cerca de un 1%, lo que confirma que el alivio mensual responde más a movimientos puntuales que a un cambio estructural del mercado laboral.
Según el informe de la Secretaría de Trabajo, la mejora de octubre se explicó fundamentalmente por la cobertura de vacantes existentes. Las empresas comenzaron a reemplazar bajas previas, pero sin expandir sus plantillas ni aumentar los niveles de producción. Las contrataciones se concentraron mayormente en puestos operativos y no calificados, mientras que las búsquedas de perfiles técnicos y profesionales permanecieron prácticamente estancadas.
La evolución tampoco fue homogénea entre sectores ni regiones. La industria manufacturera y el comercio mostraron leves avances tras varios meses de caídas, mientras que la construcción volvió a retroceder con fuerza. A nivel territorial, el crecimiento fue algo más visible en el interior del país que en el Gran Buenos Aires, aunque la comparación interanual sigue siendo negativa en ambas zonas, con un deterioro más marcado en el principal aglomerado urbano.
Menos empresas, más despidos
El deterioro del empleo formal también se refleja en el tejido empresarial. Entre noviembre de 2023 y septiembre de 2025, la cantidad de empleadores con personal registrado se redujo en más de 20 mil, lo que equivale al cierre de unas 30 empresas por día. Este fenómeno da cuenta de un proceso de ajuste profundo que impacta especialmente en pymes y economías regionales.
En paralelo, los despidos sin causa alcanzaron en octubre su nivel más alto desde el inicio de la pandemia, mientras que las suspensiones se mantuvieron estables, señal de la cautela empresaria frente a un escenario económico todavía incierto. Con salarios que pierden poder adquisitivo y un consumo que no logra recomponerse, el mercado laboral continúa atrapado en una dinámica de fragilidad que, por ahora, no muestra señales claras de reversión.

