La crisis económica está dejando huellas profundas en bares y restaurantes de la provincia de Buenos Aires, con La Plata como uno de los casos más preocupantes. En la capital bonaerense, los locales gastronómicos enfrentan un bajón de consumo tan pronunciado que ni las promociones logran tentar a la clientela. Calles como la céntrica 12, otrora repletas de bares y confiterías, hoy muestran persianas bajas o salones semi vacíos, y sin pandemia de por medio.
“Ni con promos 2×1 llenamos una mesa. La gente prefiere juntarse en casas para no gastar”, contó Mariana, encargada de un bar cerca de Plaza Moreno. Lo mismo ocurre en zonas como el Paseo del Bosque, donde los bares que solían recibir a estudiantes y turistas ahora sobreviven con horarios reducidos y menos personal.
En uuna sola cuadra de Diagonal 80 entre 49 y 50 cerraron una cadena de panificados económicos como “Costumbres Argentinas”, y una tradicional casa de venta de pizzas y empanadas, históricamente a muy bajo precio.
Comer afuera, un lujo
En el resto del interior bonaerense, ciudades como Mar del Plata y Bahía Blanca sufren la misma postal: mesas sin ocupar, mozos ociosos y cierres constantes. La costa atlántica, que debería haber aprovechado la temporada baja para sostener cierta actividad, vio caer el flujo de turismo y el gasto de los locales. “Ni los fines de semana se ve movimiento. Todo está muerto”, relató Horacio, un mozo de un clásico local de comidas marplatense.
En el Conurbano, la situación no es mucho mejor. Avenidas comerciales, antes llenas de bares y confiterías, muestran locales con carteles de “Se alquila” o “Fondo de comercio en venta”. El caso viral de la Parrilla el Tano de la familia Debenedetti, si bien con matices, parece ser un ejemplo más de la drástica situación.
Los comerciantes reconocen que el consumo diario se evaporó: la gente ajusta gastos y salir a comer quedó relegado a un lujo ocasional.
En la Ciudad de Buenos Aires, los cierres también se multiplican. Sobre la avenida Rivadavia, en Liniers, cerraron en apenas dos meses una sucursal de La Continental, un Café Martínez y dos bares de una galería clásica del barrio. “Antes salía del banco y siempre paraba a tomar algo. Ahora no tengo dónde”, lamentó Augusto Cerafino, empleado bancario y vecino de la zona, ante la consulta del medio porteño IProfesional.
El turismo no alcanza
Ciudades con fuerte cultura gastronómica como Rosario o Mendoza tampoco escapan a la crisis. En Rosario, incluso locales de otros rubros bajan la persiana. Autoridades locales advierten que, por cada negocio que abre, cierran dos. “A la noche la peatonal Córdoba está desierta”, graficó Martín Fernández, dueño de un comercio en esa zona.
Mendoza, por su parte, ve cómo se enfría la llegada de turistas y cómo los mendocinos dejan de salir a comer. Es que según admiten los dueños de locales del rubro gastronómico, salir a cenar se volvió un lujo, y muchos de los dueños trabajan sólo para cubrir costos.
Según la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (AHRCC), el consumo cayó 20% desde marzo. Y el turismo extranjero, que podría aliviar la crisis, también flaquea: el INDEC informó una baja del 25,4% en visitantes extranjeros en los primeros cuatro meses del año.
Mientras tanto, en La Plata y otras ciudades bonaerenses, los gastronómicos cruzan los dedos. Saben que, si el poder adquisitivo no mejora, la crisis no dará tregua y las mesas seguirán vacías.

