Roblox, con más de 111 millones de jugadores diarios y un fuerte uso entre menores de 13 años, volvió a quedar en el centro de las alertas por seguridad digital. Lo que nació como un espacio creativo para diseñar y explorar mundos virtuales creados por usuarios hoy enfrenta un escenario complicado: denuncias de grooming, demandas internacionales y restricciones en distintos países por no garantizar suficientes medidas de protección.
En la Argentina, ya hubo episodios que encendieron las alarmas. En Río Negro, un niño de nueve años fue contactado por un usuario que le ofrecía monedas virtuales a cambio de imágenes íntimas. En Santa Fe, varias niñas fueron derivadas por desconocidos a grupos de mensajería con contenido sexual explícito. El patrón se repite: el juego habilita chats y llamadas entre usuarios, y esa puerta, pensada para socializar, también permitió que ciberdelincuentes detectaran vulnerabilidades.
La ingeniera Alejandra Lavore Bourg, secretaria del Consejo Profesional de Ciencias Informáticas y Especialista en Ciber Seguridad del CPCIBA, advirtió que el problema requiere una mirada amplia. Contó que en cada reunión familiar aparece el tema de la ciberseguridad y cómo muchos chicos comentan con naturalidad que buscan “crackear” juegos para obtener monedas o vidas. Para ella, esa cultura del atajo convive con un entorno creativo como Roblox, pero también con riesgos evidentes cuando no hay acompañamiento adulto.

Lavore Bourg explicó que los groomers suelen comenzar con gestos amables o regalos virtuales, siguen con confianza y secretos, y finalmente trasladan la conversación fuera del juego —a WhatsApp o redes sociales—, donde piden datos personales, fotos o entrenan formas de manipulación más directa.
A ese escenario se suma otro factor que especialistas vienen observando: la ansiedad y la adicción que pueden generar los juegos de estímulo permanente. Ritmo rápido, desafíos constantes y recompensas sucesivas terminan creando la sensación de que desconectarse es “perderse algo”, y eso se vuelve difícil de manejar para muchos chicos.
Diálogo, educación digital y presencia adulta
Para Lavore Bourg, la respuesta no pasa solo por reclamar controles más estrictos a la plataforma. Sostiene que la clave es reforzar la educación digital desde casa y construir un vínculo donde hablar de lo íntimo, lo compartible y lo que debe mantenerse en privado sea parte de la rutina familiar. Según explica, Roblox puede sumar herramientas de seguridad, pero la manipulación que busca un ciberdelincuente se sostiene en la confianza: llegar antes que un desconocido puede cambiar todo.
Desde el Consejo Profesional de Ciencias Informáticas remarcan que la alfabetización digital temprana es central para el cuidado online. Supervisar qué hacen los chicos, acompañarlos en la experiencia y mantener canales de diálogo abiertos se vuelve más importante que cualquier ajuste técnico.

En definitiva, Roblox sigue siendo un espacio de creatividad y aprendizaje, pero también un territorio donde los riesgos digitales crecen si se lo deja librado al azar. Entre diversión y vulnerabilidades, la presencia adulta y la educación se consolidan como la mejor estrategia para proteger a las infancias en el mundo virtual.

