Un nuevo informe del laboratorio Pensar Lab, dependiente de la Fundación Pensar, reveló una brecha significativa entre la autopercepción y la realidad económica de los argentinos. Según el estudio, 29 millones de personas se consideran parte de la clase media, aunque en realidad solo 20 millones cumplen con los ingresos necesarios para integrar ese segmento. La diferencia, según los investigadores, refleja un fenómeno conocido como el “síndrome de la clase media”, donde más gente se identifica con esa franja de lo que indican los datos reales.
Para elaborar el documento, el equipo de Pensar Lab dividió la estructura social argentina en cinco grupos según ingresos mensuales: clase alta (más de $6,5 millones), clase media alta ($3,5 a $6,5 millones), clase media baja ($2 a $3,5 millones), clase baja superior ($1,1 a $2 millones) y clase baja inferior ($750.000 a $1,1 millones).
El espejo de la clase media argentina
De acuerdo con los cálculos, para ser considerado de clase media se necesitan ingresos equivalentes a entre dos y cinco canastas básicas totales, que en septiembre alcanzó los $1.176.852 según el INDEC. En base a estos valores, 7 millones de hogares integran la clase media, 8 millones la clase baja y menos de 1 millón la alta.

El informe también resalta un fenómeno de identificación social transversal: el 35% de quienes pertenecen a la clase baja se consideran de clase media, mientras que el 80% de los sectores altos también se perciben dentro de ese rango. “Una de las razones por las que existe este sesgo es porque encontramos hábitos y consumos que la sociedad considera que corresponden a la clase media y que no están estrictamente relacionados con los ingresos que recibe el hogar”, señala el documento.
Para comprender mejor ese vínculo entre percepción y realidad, Pensar Lab, junto a la consultora Casa Tres, elaboró una “canasta de clase media”, concebida como una medición alternativa a la canasta básica total del INDEC. Para construirla, se consultó a un grupo de argentinos sobre qué consideran esencial para pertenecer a ese grupo social. Las respuestas más frecuentes fueron “tener casa propia”, “poder ahorrar” y “tener trabajo estable” como los rasgos que definen a la clase media.
El estudio advierte, sin embargo, que no siempre las percepciones coinciden con los hábitos reales: “Es interesante destacar que no aparecen opciones espontáneas relacionadas a hábitos de consumo o ahorro, como tener casa propia o poder ahorrar”, describe el informe, y agrega que estas dos opciones “son las que se destacan cuando las incluimos en una lista sobre qué es lo más importante para la clase media”.
En función de esas respuestas, la “canasta de clase media” quedó compuesta por los hogares que poseen cobertura médica, son propietarios y tienen a sus hijos en escuelas privadas.
Con esta medición combinada, Pensar Lab determinó que el 40% de los hogares argentinos pertenecen a la clase media durante el primer trimestre de 2025. Ese valor se encuentra en línea con el 43% que surge del análisis puramente económico. Según la serie histórica, el piso de la última década se registró durante la pandemia, en el cuarto trimestre de 2020, cuando el 38% de los hogares se consideraban de clase media; mientras que el techo fue en 2018, con un 44%.
El reporte concluye que la diferencia de seis puntos porcentuales entre el piso y el techo “no parece un gran desvío, considerando el contexto inflacionario y de estancamiento en la economía y el empleo durante la última década”. Y resume con un diagnóstico optimista:
“Esto muestra una gran capacidad de resiliencia por parte de la clase media argentina para mantenerse a flote”.
Finalmente, Pensar Lab se define como “un laboratorio de información seria y confiable” en el que se analizan los temas más relevantes para la sociedad argentina, con un enfoque “actual y de calidad”.

