Gonzalo Julián Conde el productor musical, DJ y compositor de trap latino, hip-hop latino y reguetón, se unió esta vez con un músico largamente esperado, Ramón Luis Ayala Rodríguez, uno de los artistas más influyentes en el reguetón y la música urbana latina. Son Bizarrap y Daddy Yankee
En un estudio en penumbra, coronado por luces azules y el mítico logo de BZRP girando sobre la consola, el Big Boss volvió a rugir.
“BZRP Music Sessions #0/66” rompiendo con la numeración habitual de las “Music Sessions”. No es solo un tema: es una misa caribeña, un testamento musical donde Daddy Yankee se reencuentra con su fe, su historia y su corona.
Bizarrap, el alquimista de Ramos Mejía, logra una producción de precisión quirúrgica: una base que late con ADN de reguetón clásico, bombos secos, hi-hats nerviosos, bajo profundo, pero bañada en una atmósfera cinematográfica, casi espiritual. La mezcla suena a despedida y renacimiento a la vez.

“Yo no soy de este mundo, pero sigo en mi misión”, lanza Yankee con voz grave, mientras el beat se transforma y Bizarrap asiente tras sus lentes oscuros. La sesión, numerada misteriosamente como 0/66, funciona como un símbolo: el comienzo (el cero) y el fin (el 66). El alfa y el omega del reguetón.
El video oficial ya con millones de vistas. Combina imágenes del estudio con flashes de luz dorada y referencias a su nueva etapa cristiana. No hay ostentación, no hay autos ni cadenas. Hay convicción, fuego y una sensación de cierre.
Bizarrap, fiel a su estilo, deja que el invitado brille. Pero su marca está en cada compás: el equilibrio entre minimalismo y épica que convierte sus sesiones en eventos globales.
En redes, los fans lo resumen con un mismo sentimiento: “Yankee volvió para irse en paz.”
Y es que esta sesión no suena a nostalgia, sino a legado. El productor argentino y la leyenda puertorriqueña sellaron una cápsula de historia: el reguetón como redención, el beat como plegaria.

