El Gabinete de Javier Milei enfrenta su tercera baja en lo que va del 2025, tras los despidos de Ignacio Yacobucci, titular de la Unidad de Información Financiera (UIF), y Rodolfo Barra, a cargo de la Procuración del Tesoro. Ahora, Eduardo Serenellini presentó su renuncia como Secretario de Prensa de la Nación, tras un desayuno con el presidente en la Quinta de Olivos. Su salida deja vacante un cargo que, según fuentes oficiales, podría ser absorbido por otra dependencia estatal, cerrando así un capítulo de gestión marcado por la confusión sobre sus funciones y su constante exposición pública.
En un escueto mensaje difundido en redes sociales, Serenellini confirmó su renuncia: “Por razones personales he presentado mi renuncia al cargo de Secretario de Prensa de la Nación al presidente Javier Milei. Agradezco su confianza y conservo una gran amistad”. Sin embargo, detrás de la cordialidad oficial, su salida refleja profundas tensiones internas y un desempeño que generó más preguntas que respuestas.
Una gestión sin rumbo claro
Desde su asunción en diciembre de 2023, tras la breve gestión de Belén Stettler, nunca quedó del todo claro cuál era el rol de Serenellini dentro del Gobierno. A pesar de viajar por todo el país reuniéndose con cámaras empresariales, organizaciones y otros sectores, sus acciones carecieron de un impacto real en la gestión. Estas reuniones, que él mismo promocionaba con entusiasmo, fueron criticadas tanto dentro como fuera del Gabinete, ya que desviaban la atención de las funciones propias de un Secretario de Prensa.
La situación llegó a su punto de quiebre en diciembre, cuando quedó fuera de los eventos centrales del Gobierno, incluida la cadena nacional de balance de gestión y el saludo oficial en el balcón presidencial. Serenellini, apodado despectivamente como “Serenito” por sus detractores, parecía estar cada vez más aislado de las decisiones clave, lo que evidenció una falta de alineación con la estrategia del equipo presidencial.
Polémicas acumuladas y el desgaste interno
Entre las críticas más severas se encuentran las reuniones que mantuvo con figuras como Nicolás Pino, titular de la Sociedad Rural, en medio de intensos reclamos del sector agropecuario. Estas acciones, lejos de fortalecer el diálogo institucional, fueron interpretadas como una falta de criterio político. Además, se le reprochó la utilización de recursos oficiales para promover encuentros de bajo impacto y sus constantes demandas de custodia, que generaron un malestar creciente entre sus colegas.
También trascendió que su salida pudo haber sido impulsada por Karina Milei, hermana del presidente, y Santiago Caputo, miembros del círculo más cercano al mandatario. Aunque no se confirma oficialmente, fuentes internas señalan que su gestión había perdido respaldo tanto de ellos como del propio Milei. A esto se sumó una feroz interna con Manuel Adorni, portavoz presidencial, quien cuestionaba abiertamente su rol en el Gabinete.
Sin sucesor a la vista
Con la renuncia de Serenellini, el Gobierno aún no ha definido un reemplazo para la Secretaría de Prensa, dejando abierta la posibilidad de que el organismo sea absorbido por otra dependencia. Su controvertida salida pone en evidencia la importancia de contar con funcionarios que cumplan roles claros y efectivos, un desafío que el equipo presidencial deberá abordar de cara a los próximos meses.