Las tensiones políticas e ideológicas entre La Libertad Avanza y el PRO de la provincia de Buenos Aires volvieron a quedar en evidencia en las últimas horas, tras la breve calma que trajo el triunfo electoral de octubre.
La conveniencia de la alianza electoral para afrontar los comicios legislativos pretendió camuflar las diferencias en los modos de entender y hacer política que habían aflorado en tiempos no tan lejanos.
La solución la acuñó el propio Javier Milei bajo una fórmula tan pragmática como inverosímil: el planteo de la “tabula rasa”, que como solución mágica a las contradicciones de pensamiento —y hasta a los insultos personales que no resistían un archivo— fue aceptada por buena parte de la sociedad como el precio a pagar frente al desencanto con la política tradicional.
Dirigentes como Cristian Ritondo o Diego Santilli, que veían en la convergencia con LLA la única opción de subsistencia amarilla, lograron imponer su visión aun frente a la débil resistencia que intentó ejercer Mauricio Macri y su entorno, más preocupados por conservar el legado republicano del partido que supo fundar hace dos décadas.
Del lado violeta se impuso la necesidad de no dividir el voto de derecha frente a un peronismo que, aun entre alfileres, llegó unido a septiembre. En el camino quedaron algunos intendentes del PRO que no aceptaron las “leoninas condiciones” que reclamaban los coordinadores territoriales de LLA a cambio de sumarse a la “ola violeta”.
La derrota en las elecciones provinciales generó reproches, pero el escaso margen de tiempo con los comicios nacionales volvió a unificar filas. La nacionalización de la elección, con la figura de Javier Milei en primer plano y la premisa de que “el esfuerzo vale la pena”, junto con una suerte de “campaña del miedo” llegada desde Estados Unidos, permitió surfear una crisis que tuvo en la renuncia del candidato José Luis Espert su punto más álgido.
La remontada encabezada por Diego Santilli trajo aire y reivindicó la alianza realizada por Karina Milei y Sebastián Pareja, que eran observados con recelo por la tropa digital que responde al asesor presidencial Santiago Caputo.
Cuando todo era clima de exitismo, volvió la rutina política y, con ella, las diferencias.
La votación del endeudamiento bonaerense reactivó la interna
Si la discusión del presupuesto y la ley fiscal había mostrado algunos recelos entre el bloque de La Libertad Avanza —que llegó decidido a no concederle ninguna herramienta de gobernabilidad a Axel Kicillof— y un PRO que aceptó la premisa pero nunca dejó de lado su capacidad de negociación, la sanción de ley de endeudamiento expuso de lleno las contradicciones en la alianza.
La discusión no solo exhibió diferencias en cuanto a la concepción e interpretación de la ley, sino que habilitó negociaciones de cargos de autoridades legislativas —en ese caso, hasta LLA se quedó con una vicepresidencia en Diputados— y especialmente en organismos como el directorio del BAPRO, el Consejo de Educación y el Tribunal Fiscal de Apelaciones.
El PRO, que en el armado de listas con los libertarios había cedido lugares, necesitaba compensar a algunos de sus dirigentes. Santilli ubicó a Agustín Forchieri en una de las vicepresidencias. Pero el caso más notorio es el de Matías Ranzini, un dirigente de la segunda sección electoral muy cercano a Cristian Ritondo. Tras quedar afuera de la Legislatura en los comicios —pese a los desesperados intentos por sortear el cepo de la ley que prohibía su reelección— llegó a una de las plazas en el Banco Provincia.
Pero no todo fueron cargos: también hubo diferencias respecto al pedido de financiamiento realizado por la provincia.
Mientras el bloque libertario denunció que el endeudamiento de hasta 3.500 millones de dólares compromete el futuro financiero de la provincia y financia la campaña presidencial de Axel Kicillof, desde el PRO distinguieron entre vieja y nueva deuda y avalaron el fondo especial para los municipios.
El presidente de La Libertad Avanza de la provincia de Buenos Aires, Sebastián Pareja, no dio nombres pero habló de pactos “inescrupulosos, obscenos y explícitos”, y advirtió: “Seguirán siendo cómplices y responsables de lo que acaban de hacer. Sabemos la dimensión de la batalla cultural que nos alcanza”.
Desde la cúpula del PRO respondieron a las críticas con un comunicado partidario denominado “Responsabilidad institucional y control de gestión”. En ese sentido, los amarillos justificaron su respaldo al “rollover para el financiamiento de la deuda anterior” y señalaron que “negar esa herramienta hubiera sido irresponsable”.

Sobre los cargos en negociación, el PRO explicó que se trataba de “los lugares para la oposición en los distintos órganos colegiados que requieren acuerdos parlamentarios y en los que había que colocar reemplazos”.
Guerra twittera entre segundas líneas
Mientras las cúpulas hicieron críticas elípticas sin dar nombres, la pelea fue visceral entre las segundas líneas.
La ahora libertaria Florencia Arietto realizó una catarata de tweets con los que apuntó especialmente contra Cristian Ritondo: “Me gustaría que Mauricio Macri nos cuente a los bonaerenses si autorizó al presidente del PRO bonaerense, Cristian Ritondo, a votarle una deuda criminal a Kicillof para cubrir déficit mientras aumenta el déficit sumando cargos en el Bapro. Considerando que le dieron dos asientos en el citado banco”, chicaneó.
La respuesta de militantes del PRO giró en torno a la supuesta ausencia de Carlos “Nene” Vera en la votación, hecho que calificaron como funcional al kirchnerismo —un argumento que también utilizaron los trolls libertarios para exponer los acuerdos de Sebastián Pareja con sectores del peronismo—.
Cortocircuitos también en los municipios
Las dificultades en la relación entre amarillos y libertarios también derramaron en los municipios.
El caso más llamativo se produjo el jueves por la noche durante la sesión del Concejo Deliberante de Vicente López, localidad gobernada por la dirigente del PRO Soledad Martínez, aliada de Jorge Macri.
Es que el presidente del bloque La Libertad Avanza (LLA) en el Concejo, Luis Palomino, generó un revuelo político y una ola de interrogantes en su propia agrupación al votar en total coincidencia con los bloques identificados con el kirchnerismo.
Se trata nada más y nada menos que del coordinador local de LLA, con quien la intendenta ya había tenido diferencias que quedaron apaciguadas con el entendimiento electoral.
Fuentes cercanas al espacio expresaron su desconcierto: “Muchos se preguntan si Palomino, fiel a sus raíces históricas, es un referente ‘K’ disfrazado de libertario”, señalaron. El resto del bloque violeta acompañó el presupuesto y las leyes fiscales del Ejecutivo municipal.
Algo similar ocurrió en Bahía Blanca, donde legisladores del PRO acompañaron el aumento de tasas del intendente kirchnerista Federico Susbielles.
Gisela Caputo y Emiliano Álvarez Porte (próximo presidente del PRO en el HCD) aportaron los votos decisivos para que el oficialismo alcanzara la mayoría necesaria, un movimiento que volvió a reposicionar el foco sobre las tensiones internas entre libertarios y ritondistas.
LLA difundió un comunicado oficial con el que rechazó “de manera categórica” la aprobación de la ordenanza fiscal y la suba de tasas en Bahía Blanca, calificando la decisión como contraria al modelo de equilibrio fiscal impulsado por el Gobierno nacional.
El documento remarcó que el espacio “no avala ninguna suba de impuestos ni tasas” y que los municipios deben ordenar el gasto antes que recurrir a incrementos que “ajustan a comerciantes, familias y trabajadores”.
La discusión por el endeudamiento bonaerense terminó por desnudar lo que la campaña había logrado mantener bajo la alfombra: una convivencia incómoda entre libertarios y amarillos, sostenida más por la urgencia electoral que por una visión común.
Las diferencias ideológicas, los pases de factura y los choques en municipios revelan que la alianza forjada para enfrentar al peronismo hoy navega entre desconfianzas mutuas y tensiones recurrentes, en un escenario donde cada movimiento vuelve a poner en duda hasta dónde llega realmente la sociedad política entre el PRO y La Libertad Avanza.

