El presidente Javier Milei mantuvo un encuentro en Nueva York con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, en el marco de la 80ª Asamblea General de Naciones Unidas. Según la versión oficial difundida por presidencia, la reunión giró en torno a la situación de los rehenes israelíes en Gaza, que permanecen cautivos desde hace casi dos años.
Milei reiteró su “firme compromiso de colaborar en todas las instancias necesarias” para lograr su liberación y expresó la disposición de la Argentina para trabajar en conjunto con las autoridades israelíes en ese objetivo.
El mandatario también señaló que intercambiaron visiones sobre cooperación científica y tecnológica, además de la intención de fortalecer los vínculos bilaterales.
El encuentro, que se extendió durante unos 45 minutos en un hotel de Manhattan, cerró una agenda cargada del libertario en Estados Unidos, que incluyó reuniones con dirigentes de la comunidad judía y la recepción de un premio de la organización B’nai B’rith.
Lo que no se mencionó
Sin embargo, la reunión también generó críticas desde sectores políticos y sociales que observan con preocupación el alineamiento de Milei con Israel en un contexto de ofensiva militar sobre Gaza.
Diversas organizaciones internacionales, e incluso la Corte Penal Internacional, señalaron al gobierno de Netanyahu por crímenes de guerra y denuncias de genocidio contra la población palestina.
Durante la conversación, Milei evitó toda referencia a la situación humanitaria en Gaza, donde continúan los bombardeos israelíes que provocan miles de muertes por semana, destrucción de hospitales, escuelas y viviendas, y el desplazamiento forzado de la población civil.
El silencio del presidente Javier Milei frente a este panorama rñno hace más que acrecentar la imagen de un apoyo incondicional a un Estado cuestionado en foros internacionales.
Entre apoyos y críticas
La postura de Milei contrasta con la actitud de otros gobiernos que, en las últimas semanas, avanzaron en el reconocimiento del Estado palestino o manifestaron públicamente su rechazo a la escalada de violencia.
Incluso movimientos sindicales y sociales en diferentes países impulsan medidas de boicot a Israel, como el bloqueo a envíos de armas o la exclusión de delegaciones en eventos internacionales.
Para Milei, en cambio, el vínculo con Israel aparece como una prioridad política y simbólica. En febrero ya había viajado a Jerusalén, donde recibió el llamado “Nobel Judío” en reconocimiento a su apoyo al Estado israelí, que además otorga un premio de un millón de dólares.
En Nueva York, la foto con Netanyahu volvió a ponerlo en el centro del debate: por un lado, la defensa de los rehenes y la cooperación bilateral; por el otro, la ausencia de cualquier referencia al sufrimiento de la población palestina en Gaza.
La reunión Milei-Netanyahu mostró dos caras de una misma moneda: mientras el discurso oficial solo subraya el compromiso humanitario con los rehenes y la profundización de los lazos bilaterales, las críticas apuntan al silencio frente a las denuncias de genocidio que pesan sobre Israel y la alineación sin matices del gobierno argentino con un aliado cada vez más cuestionado en la escena internacional.