En redes sociales comenzó a circular el testimonio de Angi, conocida como @Bela.anng, militante libertaria y creadora del emprendimiento de jabón líquido “Espanta Kukas”. Con una franqueza que combina sinceridad y un toque onírico, la joven confesó haber tenido un “brote psicótico” durante el cual vio “muchas visiones” del partido político que sigue, describiendo un momento que para ella fue revelador y definitorio.
“Las cosas que están sucediendo yo ya las vi en ese momento”, relató. Sin embargo, como suele ocurrir cuando alguien rompe con la norma de lo racionalmente aceptable, fue “tildada de loca”. Según cuenta, eso la ayudó a soltar su personalidad y a definirse dentro de su grupo, convirtiendo su experiencia extrema en una suerte de rito de paso que la reafirma como militante.
“El violeta representa la transmutación, las nuevas ideas y creo que es un nuevo comienzo para la Argentina y es el principio de algo muy grande”, expresó.
Un brote público
El relato de Angi, más allá de lo individual, se convirtió en un caso ilustrativo: permite entrever cómo ciertos espacios políticos pueden aglutinar perfiles que, por distintas razones, se sienten excluidos de la hegemonía social.
Aquí no se trata de afirmar que todos los seguidores compartan un mismo patrón psicológico, sino de sugerir que algunos encuentran en el fervor político un ámbito de pertenencia y validación que quizá no hallaron en otros espacios.
Visiones y emprendimiento
A la experiencia personal se suma su faceta emprendedora: Angi promociona su marca “Espanta Kukas”, jabones líquidos con cierta impronta creativa y nombres que reflejan su carácter.
“Quiero comentarles que tengo un emprendimiento que se llama espantakukas de jabón líquido. Lo pueden seguir en las redes”, fue el modo en que lo manifestó.
La combinación de brote psicótico y emprendimiento artístico-político aporta al relato un matiz casi surrealista, donde la política, la espiritualidad y la economía personal se entrelazan en un mismo discurso.
Entre lo social y lo político
Si se observa con perspectiva académica, la historia de Angi plantea preguntas: ¿por qué ciertos individuos que se sienten excluidos o marginados se agrupan detrás de figuras disruptivas como Javier Milei? ¿Es un fenómeno de representación simbólica, de búsqueda de comunidad, o tal vez una consecuencia indirecta de influencia mediática y redes sociales que refuerzan la visibilidad de ciertos perfiles?
El testimonio, con su mezcla de sinceridad, creatividad y desequilibrio, permite imaginar que estas agrupaciones pueden no responder únicamente a propuestas políticas tradicionales, sino también a la necesidad de ser vistos, comprendidos y validados.
El caso de Angi evidencia una intersección particular: brote personal, visiones políticas y creatividad emprendedora. Entre la ironía y el análisis sociológico, se sugiere que ciertos grupos no solo se conforman por afinidades ideológicas, sino también por la coincidencia de experiencias de vida que, de alguna manera, buscan reconocerse entre sí.