El presidente de la Nación, Alberto Fernández, llegó este mediodía a la localidad bonaerense de Pila -a unos 160 kilómetros al sur de La Plata– para inaugurar obras de infraestructura. Al frente de un Gobierno que atraviesa una crisis política y económica, cuyo termómetro es el valor del dólar, aprovechó para sincerarse frente a un grupo de intendentes.
El desembarco de Fernández fue histórico: es la primera vez desde su fundación, en 1839, que un Jefe de Estado en funciones visita el municipio. En Pila recordaban haber alojado a Raúl Alfonsín, nativo de la vecina localidad de Chascomús, pero cuando ya no era Presidente de la Nación. Pila tiene la particularidad de ser uno de los distritos más extensos en territorio y menos poblado de la provincia de Buenos Aires: se estima que hoy lo habitan unas seis mil personas.
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El Presidente arribó a la cita en helicóptero, acompañado del ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, su articulador en el territorio e interlocutor con los Intendentes; con Victoria Tolosa Paz, principal espada legislativa, y Gustavo Arrieta, titular de Vialidad Nacional. Como era de esperar, desató una verdadera revolución entre los vecinos.
Lo esperaban, además del intendente local, el interino Sebastián Walker -que reemplaza a su padre, Gustavo, ausente por enfermedad-, y los jefes comunales del Frente de Todos en la quinta sección electoral, como Jorge Paredi (Mar Chiquita), Carlos Rocha (General Guido), Javier Gastón (Chascomús), Sebastián Ianantuony (General Alvarado), Juan Manuel Álvarez (General Paz), Francisco Echarren (Castelli), y Alberto Gelené (Las Flores).
Hubo una agenda institucional en la que se inauguraron las obras de pavimentación de la Circunvalación y el nuevo edificio de la unidad sanitaria, con una inversión total de 143 millones de pesos. También hubo abrazos y selfies con los vecinos. Pero también hubo espacio para la rosca: el Presidente se hizo un rato para almorzar con los intendentes y compartir algunas impresiones sobre la difícil coyuntura política y económica.
El menú, como no podía ser de otra manera, tratándose de un distrito rural y más enfáticamente ganadero, fue asado. Unos 20 comensales -había legisladores como José Cote Rossi, de La Cámpora, y dirigentes territoriales que ocupan segundas líneas en distintos ministerios- escucharon con atención las palabras de un Presidente que en algunos pasajes se mostró emocionado, o, mejor, conmovido.
“¿De qué funcionarios que no funcionan me hablan, si a cada municipio que voy me dicen que nunca se vieron tantas obras?”, se preguntó, retórico, según atestiguaron algunos de los presentes. Siempre según esos testimonios, Alberto Fernández planteó clara y abiertamente que no romperá con Cristina Kirchner.
No hubo espacios para reproches de parte de los intendentes, cruzados por distintas lealtades: los había ultrakirchneristas, renovadores y peronistas clásicos, todos con distintas opiniones y miradas personales sobre la cuestión. Independientemente de sus alineamientos.
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