Los observatorios astronómicos detectaron una anomalía insólita: el cometa 3I/ATLAS mostró primero una “anti-cola” —una corriente de material que apuntaba hacia el Sol— y, horas después, la estructura cambió bruscamente y volvió a una cola convencional.
Ese vaivén no es lo habitual en los cometas y dejó a los astrónomos rascándose la cabeza.
Hipótesis que encienden las alarmas
El astrofísico Avi Loeb propuso una idea directa: esa transición podría corresponder a una maniobra de desaceleración, algo similar a un freno tecnológico que usaría una nave interestelar para reducir velocidad al entrar a un sistema solar.
Si eso suena fuerte, aún hay más: los análisis espectrales detectaron dióxido de carbono, agua, trazas de cianuro y una aleación de níquel que —dicen— no se encuentra en la naturaleza y se asocia a procesos industriales.
¿Nave disfrazada de cometa?
El famoso físico Michio Kaku agregó que, si el objeto muestra un aumento inesperado de energía al acercarse al Sol, el día 29 de octubre, es decir mañana, eso podría interpretarse como una señal de control inteligente.
Especulaciones hay muchas, pero la posibilidad de una tecnología no humana manejando el objeto ya circula en los pasillos científicos.
La Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) incluyó al 3I/ATLAS en su lista de observación prioritaria. Aunque no representa peligro para la Tierra, su encuentro más cercano será el 19 de diciembre, a unos 270 millones de kilómetros. Igual, el foco está puesto en el 29 de octubre, la noche en la que su cercanía al Sol podría revelar si estamos ante un fenómeno natural o algo distinto.
Imágenes desde Marte y la edad del visitante
La NASA fotografió al cometa con la cámara HiRISE desde Marte cuando pasó a 12 millones de millas del planeta rojo. Esas imágenes aún no se publicaron oficialmente, pero se espera que aporten datos clave.
Además, los primeros estudios sugieren que el 3I/ATLAS podría tener más de 10.000 millones de años, lo que lo convierte en una verdadera cápsula del tiempo galáctica.
Si la anomalía fuera una maniobra controlada, estaríamos frente a la primera evidencia indirecta de tecnología no humana en nuestro vecindario cósmico. Si resulta ser un fenómeno natural, igual obligará a los astrónomos a replantear cómo interactúan los cometas interestelares con la radiación solar y qué procesos químicos pueden darse en cuerpos tan antiguos.
Entonces lo que queda es marcar la fecha: el. Miércoles 29 de octubre. Ese día los telescopios profesionales y los aficionados estarán atentos al cielo. ¿Es un cometa, una nave, o algo intermedio? Sea lo que sea, será una noche para mirar arriba y preguntarse: ¿y si no estamos solos?

