El presidente Alberto Fernández busca cerrar un acuerdo este lunes con su par brasileño, Inacio Lula da Silva, para incentivar el intercambio comercial entre ambos países sin la utilización de dólares.
Junto al titular del Palacio de Hacienda, Sergio Massa, el ministro de Relaciones Exteriores, Santiago Cafiero; el jefe de Gabinete, Agustín Rossi; y el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, el Presidente viajó esta tarde a Brasilia para encontrarse con sus pares brasileños a fin de construir un mecanismo que permita desdolarizar el intercambio entre Argentina y Brasil.
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Según se informó, por el lado del gobierno del PT se encuentran trabajando en el nuevo sistema el ministro de Economía, Fernando Haddad; el viceministro de Economía, Gabriel Galípolo; el canciller Mauro Vieira y el asesor especial en asuntos internacionales de Lula, Celso Amorim.
La escasez de reservas internacionales de la Argentina puso a trabajar la creatividad del equipo económico de Sergio Massa, y luego de anunciar la activación del swap con China por medio del cual se podrá utilizar yuanes para la importación de productos chinos, ahora intentan crear un mecanismo semejante con Brasil.
Se trata de los dos principales socios comerciales del país; solo en el primer trimestre de 2023, Brasil y China explicaron en conjunto el 25% de las exportaciones argentinas y el 41,6% de las importaciones, según el INDEC. Es decir que en caso de cerrar el acuerdo con el vecino sudamericano, Argentina se ahorraría un significativo volumen de dólares para este tipo de transacciones que entre enero y marzo superó los 11 mil millones de dólares.
Asimismo, esta mañana fue el propio Galípolo quien explicó el interés de Brasil para el desarrollo de la iniciativa, y expresó: “En los últimos cinco años, debido a la falta de mecanismos de financiamiento de Brasil para las exportaciones brasileñas e importaciones argentinas, hemos perdido aproximadamente USD 6 mil millones de espacio en la balanza comercial con Argentina a favor de China“.
En el gobierno de Lula pusieron el foco en alrededor de doscientas empresas brasileras que exportan a la Argentina, un importante socio comercial de Brasil en productos industriales, o sea con mayor valor agregado. Debido a la falta de dólares para importar en el país, esas transacciones se pusieron en jaque, a la vez que el gigante sudamericano vio perder mercado frente a China.
“Lo que buscan es desdolarizar el intercambio con una cuenta en reales en Brasil y una en pesos acá, y un mecanismo para financiar las exportaciones brasileñas“, explicó a Infocielo el especialista en relaciones internacionales Alejandro Simonoff. En ese sentido, indicó que intentan construir una forma de compensación entre las monedas, que permita justamente salirse del dólar para la compra y venta de bienes y servicios entre los vecinos países.
“Es bueno porque aceita las relaciones comerciales, por otro lado le estás dando posibilidades de vender a sectores industriales, estás sacando un montón de dólares de por medio”, enumeró Simonoff entre sus beneficios, cuando aún resta por verse el detalle del mecanismo.
Por su parte, el titular de la Confederación General Empresaria de la República Argentina (CGERA), Marcelo Fernández, detalló a este medio cómo sería la operación en el caso de un empresario argentino, y explicó que “el Banco Central en vez de pagarle en dólares a tu cliente, da la orden y paga en pesos”.
¿El puntapié para una moneda única del Sur?
Cuando todavía resta conocer el anuncio de la medida y sus significativos pormenores, como por ejemplo ver cómo se pagaría la diferencia de la balanza comercial entre los países, la iniciativa despertó el viejo anhelo de crear una moneda común de Sudamérica.
Ante la llegada de Lula al Palacio del Planalto, la idea de construir Sur, la moneda común del sur, fue puesta nuevamente sobre la mesa en el marco de un mundo que busca fortalecer los mercados regionales, afianzar sus propias monedas y así escaparle al dólar, a contramano de algunas propuestas nacionales.
La intención de ir en ese camino fue puesta en debate ni más ni menos que por el ministro de Economía brasilero, Fernando Haddad, y su vice Galípolo. En un artículo firmado por ambos, sostuvieron que “la moneda sería emitida por un Banco Central Sudamericano, con una capitalización inicial hecha por los países-miembros en proporciones acordes con las respectivas participaciones de cada país en el comercio regional”.
A la vez que aclararon que “la capitalización se haría con reservas internacionales de los países y/o con una tasa sobre las exportaciones extra-regionales de cada país. La nueva moneda podría ser utilizada tanto para flujos comerciales como financieros entre países de la región”.
Y advirtieron que “es fundamental un mecanismo de ajustes simétricos entre países con superávit y deficitarios. Los recursos provenientes de ese mecanismo serán utilizados para capitalizar fondos de una Cámara Sudamericana de Compensación, destinada a financiar la reducción de asimetrías entre las economías y el fomento de la sinergia entre ellas”.
A priori, la propuesta parece sumamente lejana para el contexto regional, en especial cuando se contempla la ingeniería financiera que se requiere para poder instrumentar una medida de este tenor. Para el caso, la Unión Europea tardó más de tres décadas en construir el euro.
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