Un escándalo. Uno que generó la bronca de todo el estadio: Nazareno Arasa, primero a instancias del juez de línea y después de un apoyo en el VAR bastante controversial, anuló un gol que parecía lícito de Tiago Palacios por un supuesto offside de Guido Carrillo. Una posición adelantada que el trazado de líneas, lejos de aclarar, pareció aún menos evidente.
La cronología que duró cuatro minutos se inició con un centro frontal que bajó Carrillo en la línea del área para que en el segundo palo definiera Palacios. Automáticamente el juez de línea Adrián Delbarba levantó la bandera y generó controversia: era offside.
El reclamo de los jugadores de Estudiantes fue automático. Cuando Arasa dijo que el VAR estaba chequeando, hubo cierta tensa calma. Sin embargo, la demora que se extendió durante 240 segundos fue incrementando la tensión dentro del estadio. Incluso se vio por la tevé cómo los hinchas chequeaban en sus teléfonos las acciones.
En cada captura de pantalla la situación parecía más clara: no había offside ni de Carrillo al romper la línea defensiva ni de Palacios, quien se mantuvo siempre detrás del límite que marcaba la pelota. Sin embargo, Arasa finalmente -apoyado en el VAR- anuló la acción.
Qué pasó: un par de minutos después, el trazado de líneas marcó algo inédito: que las líneas no sólo eran confusas sino que el trazado que aparentemente marca la posición del último jugador de Barracas no está en la zona correcta. Sí en cambio el de Carrillo (se marcó la posición de su hombro izquierdo).
Está claro: en ese momento, todo era un hervidero. Eduardo Domínguez casi que sonreía espantado o resignado por lo que estaba ocurriendo. Una posición adelantada difícil de convalidar. Y de observar incluso con el trazado desde Ezeiza.