Cada 10 de julio se celebra el Día de Apreciación del Carpincho en varios países de América Latina. Esta fecha nació como iniciativa de asociaciones naturalistas y personas aficionadas a este roedor gigante, con el objetivo de visibilizar sus cualidades, promover su conservación y reflexionar sobre la importancia de proteger su hábitat natural. A través de campañas en redes, actividades educativas y acciones de preservación, el día busca destacar al carpincho como símbolo de la biodiversidad sudamericana.
Originario de Sudamérica, el carpincho o capibara (Hydrochoerus hydrochaeris) es el roedor más grande del mundo. Puede medir hasta 1,3 metros y pesar más de 60 kilos. De cuerpo robusto y patas palmeadas, es un excelente nadador y necesita vivir cerca del agua. Su nombre en guaraní —kapi’yva— significa “el que come pasto fino”, y en toda América Latina recibe distintos nombres: carpincho, capibara, chigüiro, ronsoco o poncho, entre otros.
A pesar de su tamaño, es un animal dócil, herbívoro y social: vive en grupos familiares y se comunica con chillidos y gruñidos suaves. Su imagen de calma, reforzada por memes y videos virales en redes sociales, lo convirtió en un ícono de la convivencia pacífica.
Los carpinchos de Nordelta: ¿invasores o víctimas?
En Argentina, el caso más famoso de convivencia urbana con carpinchos se dio en Nordelta, el exclusivo barrio privado del norte bonaerense, donde hace algunos años comenzaron a aparecer en calles, jardines y parques. Lejos de invadir, los carpinchos ya habitaban esos humedales antes de que la urbanización los desplazara.
Lo mismo sucede en otras zonas del país, como Puertos en Escobar, o en provincias como Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe. En todos los casos, el avance de la construcción sobre los ecosistemas naturales obligó a los carpinchos a adaptarse.
Estas apariciones reabrieron un debate clave: ¿cómo convivimos con la fauna silvestre cuando ocupamos su espacio?. En vez de catalogarlos como plaga, muchos especialistas destacan su resiliencia ecológica y su comportamiento sereno como una oportunidad para repensar el vínculo entre ciudad y naturaleza.
Curiosidades que quizás no sabías
- Son crepusculares: más activos al amanecer y al anochecer.
- No construyen madrigueras: descansan entre juncos o a la sombra de árboles.
- Sus dientes nunca dejan de crecer, como los de otros roedores.
- Viven en grupos de hasta 20 individuos, pero pueden formar manadas de 100 en zonas como los llanos venezolanos.
- En zonas urbanas, han modificado sus hábitos volviéndose más nocturnos para evitar el contacto humano.
La importancia de los humedales y el reclamo por una ley
Los carpinchos necesitan humedales saludables para sobrevivir. Estos ecosistemas no solo son su hogar, también son claves para el equilibrio ambiental: actúan como esponjas naturales que previenen inundaciones y conservan la biodiversidad.
En Argentina, la Ley de Humedales sigue siendo una deuda pendiente. Diferentes proyectos fueron presentados en el Congreso, pero las presiones de sectores ligados al agronegocio y el desarrollo inmobiliario han frenado su avance.
En este Día del Carpincho, muchas organizaciones aprovechan para recordar que proteger a este roedor es también luchar por la protección de los humedales, un bien común vital para la vida.
El carpincho se ha convertido en una figura entrañable no solo por su aspecto simpático, sino por lo que representa: tranquilidad, convivencia, contacto con la naturaleza. En un mundo cada vez más acelerado y ruidoso, su figura invita a frenar, respirar y reconectar.
Celebrar el Día de Apreciación del Carpincho no es solo compartir memes. Es también una forma de reconocer su valor ecológico, defender su hábitat y reflexionar sobre cómo queremos vivir.

