Entre los restos humeantes y el caos absoluto que dejó el trágico accidente del vuelo AI171 de Air India en Ahmedabad, una figura tambaleante emergió cubierta de sangre, polvo y cenizas. Era Ramesh Vishwaskumar, un ciudadano británico de origen indio, de 40 años, que logró sobrevivir a una catástrofe que se cobró la vida de otras 241 personas a bordo.
El vuelo, que había despegado desde el aeropuerto internacional de Ahmedabad con destino a Londres, se estrelló apenas minutos después de haber iniciado el ascenso, cayendo en una zona urbana.
La tragedia fue devastadora: cuerpos calcinados, viviendas destruidas y un país entero en estado de shock. Pero en medio de esa escena apocalíptica, la historia de Ramesh sobresale como un pequeño milagro dentro del horror.
SOBREVIVIENTE SIN DESTINO FINAL
Sentado en el asiento 11A, Ramesh relató, con la voz quebrada y la mirada perdida, que apenas treinta segundos después del despegue se escuchó “un ruido fortísimo, como una explosión”. Lo siguiente que recuerda es un torbellino de fuego, cuerpos y estructuras metálicas desintegrándose a su alrededor.
“Había cadáveres por todos lados. Me asusté. Me levanté y corrí”, contó ante la prensa local, mientras lo rodeaban con asombro y compasión.
Las imágenes que se viralizaron en redes sociales lo muestran alejándose tambaleante de los escombros, con la ropa rasgada, el rostro ensangrentado y una expresión de incredulidad que hablaba por sí sola.
Su cuerpo presentaba múltiples heridas: golpes en el pecho, quemaduras menores y lesiones en los pies. Sin embargo, su vida no corre peligro. Fue trasladado de urgencia a un hospital donde permanece internado, estable, pero en estado de fuerte conmoción.
Vishwaskumar reside desde hace veinte años en Londres, junto a su esposa y su hijo. Había viajado a la India para una reunión familiar breve, una visita que se suponía feliz y efímera. Nadie imaginó que el regreso se transformaría en una lucha desesperada por sobrevivir, ni mucho menos que sería el único en lograrlo.

LA DESESPERACIÓN POR SU HERMANO
Pero el dolor no termina ahí. Ajay Vishwaskumar, hermano de Ramesh, también viajaba en ese mismo vuelo y actualmente figura entre los desaparecidos.
Dos amigos de la familia llegaron rápidamente a Ahmedabad desde la ciudad de Diu, con la esperanza de recibir buenas noticias, aunque la realidad parece ir cerrando esa puerta. “Todavía no sabemos nada”, dijo un vecino de la familia. “Es un caos. Solo están tratando de encontrarlo entre los restos”.
El relato de Ramesh conmueve y estremece. “Sentí calor, mucho calor. Todo se movía. Después no escuché más nada, solo gritos. Me arrastré. No sé cómo salí”, contó desde la cama del hospital. Algunos testigos aseguran que lo vieron gatear entre llamas y restos del fuselaje hasta que un grupo de rescatistas lo ubicó y logró asistirlo.
Las autoridades locales confirmaron que el avión, un Boeing 787-8 Dreamliner, llevaba a bordo a 230 pasajeros y 12 miembros de la tripulación. La mayoría eran ciudadanos indios, aunque también había británicos, portugueses, un canadiense y varios menores.
El impacto fue tan violento que parte del fuselaje se estrelló contra un complejo habitacional cercano, sumando más víctimas fatales. Hasta el momento, se han recuperado más de 200 cuerpos.
Mientras el gobierno indio despliega recursos y refuerzos para asistir a las familias de las víctimas, la historia de Ramesh se transforma en símbolo de esperanza dentro de una tragedia monumental. “Él es fuerte, pero esto lo va a marcar para siempre”, aseguró un primo desde Londres. “Está vivo, sí. Pero todo lo demás está destruido”.
Ramesh, aún aturdido, insiste en que su supervivencia fue obra del azar o de un milagro. “No hay explicación. Solo corrí. No pensé en nada”. Desde la camilla, mira al vacío.
Sabe que será recordado no solo por haber sido testigo de uno de los peores accidentes aéreos en la historia de la India, sino por haber sobrevivido a él. Un sobreviviente solitario, con el corazón partido y una historia que nadie quiere protagonizar.

