Con caídas de ventas de hasta el 30%, cierres de comercios emblemáticos y menos chicos jugando con juguetes, el sector atraviesa uno de los momentos más delicados de las últimas décadas. Desde la Cámara del Juguete advierten que la crisis es económica, pero también cultural y demográfica.
Ni siquiera la temporada más fuerte del año parece garantizarle oxígeno a la industria del juguete. A las puertas de Navidad y Reyes, el sector enfrenta un combo explosivo: desplome del consumo, cierre de comercios, competencia importada sin baja de precios y un dato estructural que preocupa cada vez más: nacen muchos menos chicos que hace una década.
“Estamos en un contexto complicado”, sintetizó Julián Benítez, gerente de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete, en diálogo con FM Cielo. Uno de los datos más contundentes es demográfico: “En 2015 teníamos 2,4 hijos por mujer y hoy estamos en 1,4. Es una caída del 42%. Eso achica directamente el mercado”.
Menos ventas, más persianas bajas
El impacto en los números es directo. Según Benítez, “noviembre tuvo una caída del 30% respecto del año pasado” y el último Día del Niño también cerró en rojo: “Los comercios cayeron un 16%”.
La consecuencia ya se ve en las calles: “Tenemos unas 300 jugueterías que cerraron la atención al público, algunas de forma definitiva y otras pasaron solo a venta online para bajar costos por tarifas y alquileres”, detalló.
Aunque el comercio electrónico crece, todavía no alcanza para compensar el derrumbe del consumo tradicional. “Hoy explica solo el 25% de las ventas totales. Todavía no mueve la aguja”, advirtió.
Tablets, pantallas y un cambio de época
La crisis no es solo económica. También es cultural. “La tecnología y los dispositivos móviles están ocupando cada vez más el tiempo de juego real”, explicó Benítez. Incluso lo graficó con un ejemplo inesperado: “En Toy Story 5, que se estrena el año que viene, la tablet aparece como el villano de la película. Si lo plantea Disney, es porque el tema está”.
Desde la Cámara, incluso trabajan en conjunto con la Sociedad Argentina de Pediatría para analizar el impacto de las pantallas en la infancia. El juego, tal como se conocía, también está en discusión.
A esto se suma la apertura de importaciones. Aunque los aranceles bajaron del 35% al 20%, el beneficio no llegó al consumidor. “Recorrimos jugueterías y los importadores no bajaron las listas de precios. Bajaron los aranceles, pero no bajaron los precios”, afirmó Benítez.
La explicación, según el sector, está en la recuperación de márgenes, el miedo a nuevos cierres de la economía y un mercado chico, con altos costos logísticos, portuarios e impositivos. “La baja del dólar tampoco se está reflejando en los precios”, agregó.
Mientras tanto, el consumo se retrae. Aunque hay juguetes desde 6.000 o 7.000 pesos, el ticket promedio ronda los 25.000 a 30.000. “Ir al cine una tarde con los chicos sale 100.000 pesos. Pero la comparación igual duele en un contexto donde la plata no alcanza”, reconocen en el sector.
La postal es clara: menos chicos, menos compras, más pantallas y más persianas bajas. Y en ese escenario, ni siquiera Papá Noel parece tener garantizadas las ventas.

