Juan Manuel Abal Medina (padre), dirigente histórico del peronismo y figura central del operativo político que permitió el regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina en los años 70′, murió este domingo a los 80 años. Padecía una Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC). Su fallecimiento se produjo justo en la víspera del 70º aniversario del bombardeo a Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955, un hecho que marcó a fuego la historia argentina: más de 300 muertos, centenares de heridos y el principio del fin para el segundo gobierno peronista.
Abogado, periodista y político, Abal Medina fue secretario general del Movimiento Justicialista y uno de los hombres de mayor confianza de Perón en su etapa final. Su rol fue determinante en la ingeniería política para el retorno del líder justicialista, luego de casi dos décadas de exilio y proscripción tras el golpe de Estado. Su historia personal también atravesó las tensiones del peronismo: su hermano Fernando fue uno de los fundadores de Montoneros y murió a manos de las fuerzas de seguridad; su hijo, Juan Manuel, ocupó cargos de relevancia durante los gobiernos kirchneristas, incluyendo el de jefe de Gabinete entre 2011 y 2013.
En tiempos de fractura dentro del movimiento, con choques entre la ortodoxia peronista y las organizaciones armadas, Abal Medina padre fue una figura de equilibrio. Tenía la capacidad de dialogar con todos los sectores, desde los más duros hasta los más institucionalistas, en un contexto cada vez más tenso y violento. Esa condición le permitió tener un lugar privilegiado en la historia del peronismo, aunque con un perfil más bajo que otros dirigentes contemporáneos.

“Conocer a Perón”, la memoria recuperada
En 2022, su figura volvió a cobrar notoriedad con la publicación del libro Conocer a Perón, editado por Planeta. El texto, escrito en primera persona y presentado en varios espacios por su hijo debido a su estado de salud, fue un éxito de ventas y se convirtió en un documento clave para entender los últimos años de Perón. Fue declarado de interés público por la Legislatura porteña.
“Acá se nos presenta un Perón que había sido robado, y una de las virtudes que este libro recupera es el Perón del amor y la alegría”, expresó Juan Manuel Abal Medina hijo durante uno de los homenajes. Los impulsores del reconocimiento destacaron que se trata de “una pieza única de historia política” escrita por alguien que fue testigo directo del regreso del líder justicialista.
Los restos de Abal Medina serán despedidos este lunes en una ceremonia íntima en el cementerio de Recoleta.
El día que un sector del Estado bombardeó a su propio pueblo

El 16 de junio de 1955, al mediodía, aviones de la Armada Argentina y sectores de la Fuerza Aérea arrojaron bombas sobre la Casa Rosada y la Plaza de Mayo con el objetivo de asesinar a Perón, dar un golpe de Estado y sembrar el terror para impedir la resistencia popular. El resultado fue una masacre sin precedentes: más de 300 muertos civiles, entre ellos mujeres y niños, y al menos 1200 heridos.
El plan golpista, que no logró su objetivo ese día pero allanó el camino para el derrocamiento de Perón tres meses después, había sido diseñado con la complicidad de sectores políticos opositores y eclesiásticos. La intención era instaurar un triunvirato civil-militar compuesto por el radical Miguel Zavala Ortiz, el socialista Américo Ghioldi y el conservador Adolfo Vicchi.
La represión posterior, los intentos por borrar la memoria del ataque, y la censura impuesta por la dictadura autodenominada “Revolución Libertadora” impidieron durante décadas que el bombardeo tuviera el reconocimiento histórico que merece. Hoy es considerado un crimen de lesa humanidad y uno de los actos de terrorismo de Estado más atroces del siglo XX en América Latina.
A 70 años de aquella masacre, y con la actualidad del peronismo dividido en una interna entre La Cámpora y el gobernador Axel Kicillof, a lo que se suma la reciente condena a la máxima referente del movimiento, Cristina Kirchner quien además fue inhabilitada de por vida a ejercer cargo públicos, la muerte de uno de los hombres que facilitó el regreso de Perón —y con él, la reinstalación democrática del partido— funciona como recordatorio del largo ciclo de violencia, proscripción y retorno que marcó buena parte de la política argentina del siglo pasado y que, como en un loop histórico, revive hoy la persecusión política.

