17:45 – Alejandra Darín lee el documento preparado para la ocasión
Compañeros y compañeras, la paz social es una responsabilidad colectiva. Frente al intento de asesinato de la principal dirigente política del país, nadie que defienda a la República puede permanecer en silencio o anteponer sus diferencias ideológicas al repudio unánime que esta acción depara. No hay manera de relativizar ni minimizar un intento de magnicidio. La solidaridad y el repudio de dirigentes de toda América Latina, de los Estados Unidos, de Europa y del Papa Francisco, muestran que el mundo comprende cabalmente la gravedad de lo ocurrido.
En el mismo sentido se expresó el movimiento obrero organizado, entidaddes empresarias, comunidades religiosas, asociaciones deportivas y demás asociaciones intermedias del país. También gran parte de la dirigencia política nacional, a quienes agradecemos que comprendan que la convivencia democrática debe prevalecer sobre cualquier desacuerdo político. El límite del que hemos oido hablar mucho en las últimas horas no se cruzó ayer. Si no queremos que la intolerancia y la violencia política arrasen con el consenso democrático qeu hemos construido todos desde 1983 a la fecha, debemos contextualizar lo ocurrido anoche contra la vicepresidenta Cristina Kirchner.
Desde hace varios años, un sector minúsculo de la dirigencia politica y de sus medios partidarios viene repitiendo un discurso de odio, de negación del otro, de estigmatización, de criminalización de cualquier dirigente popular o afin al peronismo y aún de cualquier simpatizante. Todos hemos visto movilizaciones donde se pasearon por las plazas más importantes de la Capital Federal bolsas mortuorias, ataudes o guillotinas. No es inocente ni gratuita la legitimación de discursos extremos, de llamados a la agresión, de planteos que niegan legitimidad democrática del adversario político. Nadie es individualmente responsagble por las acciones de otros, pero quienes cedieron minutos de aire a los discursos de odio deberán reflexionar sobre cómo han colaborado para que lleguemos a esta situación.
La vida democrática es incompatible con el accionar de minorias pviolentas que pretenden llevar de las narices al resto de la sociedad. La convivencia en el marco de un orden democrático es también el umbral de las condiciones necesarias para el desarrollo de nuestros hijos y de nuestras hijas. El daño que producen las acciones y las palabras violentas en las mentes de nuestros niños y nuestras niñas es una condena para el futuro de la Argentina. El puegblo argentino está conmovido incluidos milloens que no simpatizan ni con cristina ni con el peronismo. Hacemos este llamamiento a la unidad nacional pero no a cualquier precio. El odio afuera.