La salvaje represión de la Policía Bonaerense en las inmediaciones de la cancha de Gimnasia, antes y durante el encuentro ante Boca Juniors -que terminó con un simpatizante tripero fallecido-, es investigada de cerca por el gobierno de Axel Kicillof.
Hace tiempo ya que Cristina Kirchner elevó una máxima: los gobiernos peronistas no reprimen. Eso dejó en un brete a Sergio Berni y al propio Gobernador: o no ordenaron la represión de anoche o no son peronistas.
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El Gobierno provincial pasó la noche en vela, tratando de establecer qué falló. Las hipótesis fueron mutando con el correr de las horas. Primero se señaló que se acercó al estadio más gente de la que cabía y que eso desencadenó el desmadre. Ahora, todas las miradas apuntan a la bonaerense.
“Toda la cadena de mando está siendo investigaeda para determinar responsabilidades. Va a haber sanciones”, anticipó a INFOCIELO una fuente del Gobierno provincial, que aclaró que pueden esperarse las “máximas sanciones” para los que diseñaron y ejecutaron lo que pudo haber sido una masacre.
A la cabeza están los comisarios Alejandro Morinigo y Juan Gorbarán, jefes del operativo, que ya fueron apartados de sus cargos por decisión de Axel Kicillof. Se espera que rueden más cabezas: las de los autores “intelectuales y materiales” de lo que ocurrió anoche.
La hipótesis que se maneja en los pasillos de Calle 6 es la de un sabotaje. “Sólo inoperancia no fue…”, deslizaron, abonando la teoría de que hubo un sabotaje.
Observadores del tablero policial no pasan por alto en sus análisis el movimiento que se dio esta misma semana en la cúpula de la Departamental La Plata, donde Diego Galarza dejó su lugar para que asuma Sebastián Perea, un hombre de la fuerza que ya había cumplido funciones en seccionales y en jefaturas distritales de la capital provincial y que hasta hoy se desempeñaba como director provincial de la Plantas Verificadoras.
En Gobernación no descartan que la represión de la Bonaerense haya sido un mensaje dirigido a Sergio Berni. Esa es la razón que explica la permanencia de “Rambo” en el cargo, que, hay que aclarar, no es definitiva.
Hay que decir que es una mirada corta. Más allá de lo que ocurrió puntualmente anoche, hay una serie de luces amarillas que empiezan a enrojecer en el tablero de control de las fuerzas de seguridad en general y sobre la policía en particular.
Sólo en esta semana hubo críticas al accionar policial en Pehuajó, en Mar del Plata, San Pedro y en la Universidad de La Plata, mientras avanzan investigaciones por hechos gravísimos como el presunto homicidio de Diana Abregú en Olavarría.
Persisten las sospechas de lo que pasó con Facundo Astudillo Castro y las tristes imágenes del operativo de desalojo de la toma de Guernica.
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