El Gobierno de Javier Milei implementó una reforma profunda en el Fondo Nacional de las Artes (FNA) mediante el Decreto 1029/24, que redefine el funcionamiento del organismo. Firmado por el presidente y el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, el decreto reduce las herramientas públicas del FNA, orientándolo hacia un modelo financiado mayoritariamente por el sector privado. Entre los cambios más significativos se encuentran recortes de personal, la eliminación de sueldos para el Consejo Directivo y un nuevo enfoque en créditos respaldados por garantías.
Principales cambios en el Fondo Nacional de las Artes
Ampliación de actividades artísticas:
La normativa redefine las actividades artísticas y literarias que el FNA apoyará, incorporando manifestaciones como música, danza, artes aplicadas, folclore y expresiones teatrales y cinematográficas. Esto amplía el alcance de créditos y subsidios.
Enfoque en créditos:
El FNA se centrará en otorgar créditos, dejando en segundo plano becas y premios. Estos créditos, respaldados por garantías hipotecarias o prendas, estarán destinados a la adquisición de bienes inmuebles y maquinarias para el desarrollo artístico.
Modificaciones en reuniones del directorio:
El presidente del FNA podrá convocar reuniones mensuales, o con mayor frecuencia si lo solicitan al menos tres directores, buscando mayor flexibilidad en la toma de decisiones.
Créditos en UVAs:
Las operaciones de crédito se denominarán en Unidades de Valor Adquisitivo (UVAs). Según la normativa, este mecanismo será la principal herramienta de financiamiento, alineándose con las reglas del mercado.
Becas limitadas a fondos propios:
Las becas y premios seguirán disponibles, pero estarán condicionadas a los ingresos que el FNA genere mediante rentas, intereses o donaciones, y serán fiscalizadas rigurosamente.
Donaciones y sostenibilidad financiera:
El nuevo artículo 32 bis permite al FNA recibir donaciones, legados y contribuciones, buscando asegurar la sostenibilidad financiera del organismo.
Críticas al modelo privado
El enfoque del decreto, que elimina los subsidios directos sin respaldo, ha generado críticas por parte de artistas y académicos. Alegan que el modelo limita el acceso a los recursos culturales, concentrando las oportunidades en quienes pueden cumplir con los requisitos financieros.
Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación y Transformación del Estado, defendió la reforma al afirmar que busca “mayor eficiencia y profesionalismo”. Sin embargo, para muchos, estas palabras encubren un desfinanciamiento que pone en riesgo la diversidad cultural.
La reforma del FNA se suma a otras políticas del gobierno de Milei, como los cambios en el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). Según los críticos, estas iniciativas forman parte de una “batalla cultural” destinada a debilitar las instituciones públicas relacionadas con la ciencia y la cultura.
El rediseño del FNA, centrado en la lógica del mercado, plantea un interrogante profundo: ¿puede el arte sobrevivir y prosperar bajo un esquema de financiamiento privado, sin perder su carácter inclusivo y accesible? Para muchos, este es un retroceso que amenaza el desarrollo cultural del país.