Mientras el gobierno de Javier Milei aplica su emblemática “motosierra” sobre el presupuesto público, justificando cada recorte con el lema de que “no hay plata”, la ciencia y la salud en Argentina siguen demostrando su valor y su necesidad. Dos ejemplos recientes muestran cómo la inversión y el trabajo del Estado pueden generar avances de alto impacto, a pesar de la política de ajuste y la precarización laboral que afecta a investigadores y personal sanitario.
Por un lado, especialistas del CONICET lograron un hallazgo prometedor en la lucha contra el glioblastoma, el tumor cerebral más agresivo en adultos. La investigación, la publicada en Life Sciences, demostró que bloquear la proteína Foxp3 en células tumorales aumenta la efectividad de la quimioterapia y la radioterapia. Según Marianela Candolfi, investigadora del CONICET, los resultados obtenidos en modelos celulares humanos y murinos muestran que esta estrategia terapéutica no solo mejora la respuesta al tratamiento, sino que también reduce la proliferación de las células que alimentan el crecimiento del tumor.
Este avance se da en un contexto de severos recortes: desde diciembre de 2023, el gobierno libertario ha apuntado a reducir fondos en áreas clave de la investigación científica, cuestionando la utilidad del CONICET y desestimando estudios considerados de “baja prioridad”. Paradójicamente, investigaciones de alto impacto, como el reciente streaming en vivo del fondo oceánico de Mar del Plata que rompió récords de audiencia mundial, muestran que el país posee un capital humano capaz de competir internacionalmente, siempre y cuando exista inversión estatal. Los propios integrantes del equipo destacaron que, sin apoyo económico, estas investigaciones se trasladarán inevitablemente al extranjero, con la consecuente pérdida de talento local.
Éxitos en salud pese al ajuste
En el ámbito sanitario, el Hospital Garrahan también muestra resiliencia frente a la política de ajuste. Un equipo multidisciplinario logró separar con éxito a dos gemelas siamesas unidas por el abdomen, un procedimiento que duró ocho horas y que requirió coordinación entre cirujanos generales, plásticos, anestesiólogos y neonatólogos. La operación fue programada, meticulosamente planificada y con resultados excelentes: las niñas podrán tener una vida normal y saludable.
Sin embargo, este tipo de intervenciones se desarrolla en medio de una creciente crisis laboral: los residentes del Garrahan llevan meses realizando paros y marchas semanales frente al Congreso, denunciado sueldos congelados desde la asunción del gobierno de Milei y condiciones de trabajo que dificultan la atención de alta complejidad. El ministro de Salud, Mario Lugones, ha ignorado en gran medida estos reclamos, dejando a los profesionales de la salud al borde del colapso.
Estos dos casos ponen de relieve una contradicción central del gobierno: mientras se justifica el ajuste extremo bajo la bandera del superávit fiscal, la ciencia y la salud muestran que la inversión pública no solo salva vidas, sino que también posiciona al país en la vanguardia mundial. El desafío, advierten expertos y profesionales, es que sin financiamiento adecuado y políticas de apoyo, los avances científicos y médicos podrían migrar hacia otros países, y Argentina perdería parte de su potencial estratégico y humano.