La reciente polémica en torno a la distribución de ciertos materiales literarios en escuelas secundarias de la provincia de Buenos Aires desató un intenso debate, con sectores de la oposición acusando a los libros de contenido “pornográfico” y “degradante”. El gobernador Axel Kicillof y el ministro de Educación Alberto Sileoni han defendido la iniciativa, remarcando la importancia educativa de los textos en cuestión.
En medio de este conflicto, la Dirección General de Cultura y Educación (DGCE) de la Provincia emitió un comunicado oficial para aclarar el propósito y el contexto de las colecciones literarias que han sido objeto de la controversia.
Según la DGCE, los libros que han causado tanto revuelo forman parte de la colección “Identidades Bonaerenses”, un conjunto de 122 títulos que abordan tanto la ficción como la no ficción, y que fueron distribuidos a partir de septiembre de 2023. Estos libros, que incluyen obras de escritores argentinos y bonaerenses, no están destinados a ser leídos directamente por los estudiantes, ya que no están incluidos en la currícula, sino que están pensados para las bibliotecas de instituciones educativas, tanto del nivel Secundario como Superior, y también para bibliotecas populares y municipales.
Educación Sexual Integral, en el ojo de la tormenta
La cartera conducida por Sileoni explicó que el objetivo de esta colección es “proporcionar herramientas pedagógicas y culturales para docentes y bibliotecarios”, permitiendo que los educadores utilicen estos materiales como recursos de apoyo en su labor en las aulas. Específicamente, algunos de los textos están destinados a los tres primeros años de la escuela secundaria (de 12 a 15 años), otros al ciclo orientado (jóvenes de 16 a 19 años) y otros más al Nivel Superior, con estudiantes mayores de edad.
A diferencia de lo que algunos sectores afirmaron, la DGCE fue clara en señalar que los libros “no son de lectura obligatoria” para los estudiantes, y que además están acompañados por guías que incluyen resúmenes de cada obra. En algunos casos, la guía especifica que ciertos libros “requieren acompañamiento docente”. Este detalle fue destacado reiteradamente por las autoridades como parte de un enfoque educativo controlado y supervisado y haciendo énfasis en que fue totalmente omitido por quienes criticaron los libros en cuestión.
En cuanto a las obras contenidas en la colección “Identidades Bonaerenses”, la DGCE enfatizó que, si bien abordan temas diversos y complejos, son textos destinados a fomentar el debate, la reflexión crítica y el pensamiento de los estudiantes en un entorno seguro, mediado por docentes capacitados. En este sentido, la colección busca promover un espacio para que los jóvenes puedan expresar sus inquietudes y reflexionar sobre sus propias experiencias, en línea con los objetivos educativos y culturales del gobierno provincial.
El ministro Sileoni también destacó los beneficios de la educación sexual en la prevención de embarazos no intencionales y la violencia intrafamiliar. “Está comprobado que la Educación Sexual Integral contribuye a la reducción del embarazo no intencional, como lo demuestran las estadísticas del INDEC”, afirmó en declaraciones con la 90.9. Sileoni recordó que en 2010, el 13% de las adolescentes de 15 a 19 años quedaban embarazadas sin haberlo planeado, mientras que en 2022 esa cifra se redujo al 6%. Según el ministro, este descenso es el resultado de programas de ESI y otras iniciativas educativas implementadas en los últimos años.
Adicionalmente, la DGCE también aclaró que la colección “ESI en las escuelas bonaerenses. Más derechos en las aulas” sigue una lógica similar. Compuesta por 28 títulos, la colección está orientada a los niveles Inicial, Primaria, Secundaria, Superior y Educación Especial. Incluye libros literarios, materiales pedagógicos y didácticos, todos destinados a enriquecer la formación docente y la enseñanza de la Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas. Esta colección también llega a las bibliotecas y no a los estudiantes directamente, con el acompañamiento de guías y propuestas de abordaje, siempre con la mediación de los docentes.
El comunicado de la DGCE concluye destacando que tanto “Identidades Bonaerenses” como “ESI en las escuelas bonaerenses” son parte de una política educativa diseñada para garantizar el acceso a la cultura y la literatura en toda la provincia, asegurando que se refleje la diversidad cultural, social y geográfica de la región. De acuerdo con las autoridades, el objetivo es generar un espacio donde los estudiantes puedan “fomentar el pensamiento crítico” en un entorno “preparado por profesionales capacitados”.
Una semana llena de acusaciones cruzadas
Este pronunciamiento oficial se da en un contexto de intensas críticas, especialmente por parte de la oposición, que considera inapropiado el contenido de los libros. La senadora provincial del PRO, Aldana Ahumada, fue una de las voces más críticas al respecto, presentando un pedido de informes sobre los criterios utilizados para seleccionar los materiales educativos en cuestión. Ahumada, en su exposición, indicó que, aunque las obras de la colección incluyen fragmentos que han despertado preocupación, la polémica refleja una “problemática mayor” sobre la selección de textos destinados a los jóvenes.
En este punto, el debate continúa abierto, con una profunda división en torno a la pertinencia de los materiales educativos en cuestión. Mientras algunos defienden la iniciativa como un paso hacia una educación inclusiva y enriquecedora, otros advierten sobre los riesgos de exponer a los estudiantes a contenidos considerados inapropiados. La respuesta de las autoridades educativas de la provincia, sin embargo, reafirma su compromiso con una educación pública que promueva la reflexión crítica y el respeto por la diversidad cultural.
La polémica en torno a los libros distribuidos en las escuelas bonaerenses pone en evidencia la complejidad de abordar temas sensibles como la sexualidad, la identidad y la cultura en el ámbito educativo. La Dirección General de Cultura y Educación, en su comunicado, dejó claro que se trata de una herramienta pedagógica, no obligatoria, y que debe ser mediada por profesionales capacitados para garantizar un abordaje responsable y respetuoso de estos temas. Sin embargo, la controversia refleja también las tensiones políticas y sociales sobre el contenido de los materiales educativos en la actualidad.