El gobernador bonaerense Axel Kicillof se metió de lleno en la discusión sobre el presente y el futuro del peronismo, expresada en un tenso cierre de listas que, dijo, es una etapa cerrada, al menos hasta que pasen las elecciones.
Según Kicillof, “el peronismo, el campo popular, está en un saludable discusión interna sobre formas organizativas, sobre programa, sobre formas de comunicación, sobre cómo conectar con los jóvenes, sobre cómo ayornar su doctrina pero sin abandonarla”. Esa autocrítica, planteó, es lógica después de la experiencia del gobierno de Alberto Fernández y de la pérdida del poder nacional. “Salió mal, y eso tiene que llevarnos a un proceso de repensar y reformular”, sostuvo.
En una entrevista con On The Récord, de Cenital, el gobernador describió que en la provincia se resolvió poner en pausa esas discusiones y avanzar con una estrategia unificada. “Se tomó la decisión en Buenos Aires de, más allá de todas esas discusiones, también con la condena de Cristina como un hecho ya consumado, ir con una sola lista. Todos los sectores dijimos ‘busquemos la forma de una sola lista para decirle basta a Milei’”.
Para Kicillof, esa resolución evitó que el peronismo quedara dividido mientras que del otro lado se consolidaba un frente de unidad entre el PRO y La Libertad Avanza. En ese sentido, remarcó que la militancia reaccionó con entusiasmo. “Hay energía porque lo que se evitó fue que el peronismo fuera dividido. Hoy estamos todos con un objetivo común, que es hacer la mejor elección posible en la provincia de Buenos Aires”.
Entre la crítica y la tarea inmediata
El gobernador no negó la necesidad de revisar de fondo el rumbo del peronismo. “Tenemos que repensar, tenemos que discutir, tenemos que ponernos a tono de lo que está ocurriendo. Si no repensamos, si no reformulamos, si no nos ponemos a tiro iba a ser difícil representar”, admitió. En ese marco, dijo que los debates deben ser “profundos, sinceros, fraternos y a puerta cerrada, para que no se transformen en un espectáculo que fortalezca a Milei”.
También reconoció que existe malestar hacia la dirigencia, pero planteó que el desafío es militar para defender lo que está en juego. “Macho, a militar. ¿Qué no te gusta? ¿Qué querías poner? ¿Qué ingeniería estabas haciendo? Toda la dirigencia está en decadencia, bueno perfecto, todo eso hay que discutirlo. No niego las críticas, estamos en un estado de discusión. Pero ahora hay una tarea importante para hacer y tenemos un instrumento en la provincia de Buenos Aires”, lanzó.
Con esa idea de “poner en pausa” la interna, Kicillof llamó a que las diferencias no opaquen la urgencia del momento político: “Dejemos un poquito de lado las discusiones, algunos se incomodarán, otros no entenderán ni qué se discute, pero viene una elección que si gana Milei vamos a tener un desastre mucho mayor. En cambio, si nos ponemos de acuerdo tal vez podamos construir bases de unidad más duraderas”.
En síntesis, Kicillof se muestra como un dirigente que no oculta los problemas internos del peronismo, pero que apuesta a encauzarlos sin que se transformen en una debilidad electoral. La consigna inmediata, insiste, es clara: frenar a Milei desde la provincia de Buenos Aires, donde el oficialismo logró mantener cohesionada a su tropa.