¿Qué mejor fecha que San Valentín para recordar a Cupido, el reality televisivo donde cientos de solteros y solteras se acercaban en busca del amor mientras Argentina se caía a pedazos en pleno 2001.
Hubo una época no tan lejana en la que no existía Facebook, Instagram y mucho menos TikTok. Corría el año 2001 y, a pesar de que comenzaba a popularizarse poco a poco en Argentina el inolvidable MSN Messenger -chat que llegó a revolucionar los servicios de mensajería y que fue el germen de muchas de las redes sociales que hoy se conocen-, no muchas personas contaban con el privilegio de tener internet en su hogar para poder conectarse con amigos o para conocer gente. ¿Cómo hacían aquellas personas solas para concretar citas? Una de las respuestas es Cupido, el reality televisivo del canal Much Music que buscaba formar parejas entre personas que nunca se habían visto las caras.
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“La empresa era dueña de Elsitio.com, un portal muy importante de fines de los ‘90 y comienzos del 2000, que tenía un servicio para encontrar pareja muy popular en toda América Latina, llamado Cupido.net. Lo que la empresa quería era hacer una especie de versión televisiva que tuviera el mismo éxito”, recuerda en diálogo con INFOCIELO Franco Torchia, el dueño de la inconfundible voz que presentaba el programa creado por los cineastas Mariano Cohn y Gastón Duprat.
“Esto es el primer programa de televisión en contra de las apariencias y a favor del corazón”, decía en cada inicio de programa Torchia, oriundo de Ensenada, justo antes de que los participantes comenzaran a intercambiar preguntas entre sí para conocerse tal como ocurría muchas veces en los incipientes chats: sin haber visto nunca ni una foto del otro.
Para que pudieran conocerse realmente a ciegas, cada uno de ellos ingresaba al estudio por lugares distintos y en diferentes momentos , y luego se sentaban en en dos sillones contiguos de respaldo alto, posicionados de tal forma que resultaba imposible que establecieran contacto visual.
“Cuando hicimos el primer Cupido nadie te mandaba una foto por internet porque pesaba mucho y capaz no te llegaba el mail porque rebotaba, entonces nosotros no veíamos la cara de los participantes hasta que llegaban al estudio”, cuenta el conductor ensenadense y explica: “para conformar las parejas que iban a participar nos fijábamos en el barrio, en la edad y en ciertas posibles compatibilidades entre ambos, como gustos musicales, pero a veces no nos daban esas compatibilidades porque una de las personas se arrepentía a último momento o porque no le llegaba el auto que le mandábamos y teníamos que salir a buscar gente a último momento”.
“En ese momento lo que buscábamos era trabajar con mucha libertad y violar de algún modo los filtros televisivos que no violaba Gran Hermano, por ejemplo, que era producto de un casting muy sesudo y estratégico en donde la espontaneidad era 100% producida y mentirosa”, sostiene el conductor del exitoso ciclo que tuvo niveles altos de rating en pleno 2001, cundo el país se desmoronaba con altísimos niveles de pobreza, desempleo y una profunda crisis institucional y política.
Para contrarrestar esa falta de transparencia y naturalidad, la producción permitía -durante los primeros meses al aire-, entre otras cosas, que cualquier persona que estuviera viendo el programa, se pudiera comunicar sin ningún filtro previo y dar su opinión sobre la pareja que se encontraba en el estudio. La única condición era no referirse al aspecto físico de los participantes; aunque, claro, la avivada podía más y así se vivieron varios momentos incómodos que quedaron registrados por los programas de archivo, que se hacían un festín.
Según “San Cupidito” -como se llamaba a sí mismo Franco Torchia cuando se ponía en el rol del dios televisivo del deseo amoroso- “Los realities que se hicieron desde Master Chef para atrás son el imperio de la mentira, y Cupido no mentía, pero a TVR le convenía pensar que si venía una chica con un cuerpo gordo, o si había sentado un pibe con un brazo menos, nosotros éramos cancheros y nos reíamos de la gente. A Cupido iba un día un chico al que le faltaba un brazo, pero al otro día iba una rubia de ojos celestes de las que en teoría son muy bellas”.
Entre los cientos de valientes que se animaron a plantarse frente a las cámaras con el propósito de encontrar el amor, hubo un caso que Torchia no se borra de la mente y fue cuando se cruzaron de, manera fortuita, dos apellidos históricos: “Una vez grabamos un episodio con un chico que se llamaba Juan Perón, que era un pariente muy lejano de (Juan Domingo) Perón y, como la chica que iba a estar del otro lado del sillón se arrepintió, tuvimos que llamar a otra que vivía cerca del canal. La chica se llamaba Soledad Martínez de Hoz y después supimos que era una de las nietas del ministro de Economía de la Dictadura. Ese día hubo un Cupido entre Juan Perón y la nieta de Martínez de Hoz, pero no hubo coincidencia”.
A pesar de que muchas de las parejas que participaban no terminaban en un “match” y que la mayoría de las que se formaban en el programa no solían prosperar puertas afuera; su conductor recuerda el caso de María José y Daniel, dos jóvenes que se acercaron a probar suerte a Cupido en 2003 y no solo se enamoraron profundamente, sino que además, 18 años después, continúan juntos: “Tienen una hija que se llama Xiomara y todo fue producto de Cupido”.
La primera versión de Cupido, que se convirtió hace dos décadas en el primer programa de televisión argentino en concretar la unión entre dos personas del mismo sexo, estuvo al aire durante 3 años consecutivos, desde 2001 hasta 2003 en Much Music. 9 años más tarde tuvo su regreso, pero en el canal TBS Very Funny.
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Este segundo ciclo, que fue distribuido por distintos países de Latinoamérica y que incluso fue doblado al portugués, tuvo su último programa en 2014 y, para el conductor nacido en Ensenada, se trata de un capítulo completamente cerrado: “Si me lo volvieran a ofrecer, no lo volvería a hacer jamás”.
No se puede vivir del amor
Desde hace 9 años Franco Torchia conduce en la Once Diez (Radio de la Ciudad – AM 1110) el primer y único programa radial diario sobre diversidad sexual del mundo. El nombre de ciclo es “No se puede vivir del amor” -como se titula uno de los éxitos de Andrés Calamaro- y ya permite conjeturar cual es la opinión de su conductor respecto a la celebración de San Valentín.
“A mí en lo personal, el Día de San Valentín me da igual. Hay tantas formas de vivirlo como personas”, dice Torchia y agrega: “Lo que sí tiene que quedar claro es que de ninguna manera es una obligación enamorarse o enamorar”.
Además señala que “la obligatoriedad del amor romántico ha destruido una cantidad infinita de vidas desde que se articuló como un dispositivo de control para la vida de las personas”.
Franco Torchia lleva más de 6 años casado con el periodista y filósofo Tomás Balmaceda, con quien pudo contraer matrimonio gracias a la Ley de Matrimonio Igualitario, sancionada en Argentina en Julio de 2010.
“Con Tomás pudimos hacer uso de esa ley y nos encantó. El tema es después qué hace uno con el matrimonio”, señala el ex Cupido, “Conocemos todos a cientos de parejas de mujeres, de hombres o de personas trans que están casadas y eso de ningún modo implica monogamia. Buena parte del mundo está cada vez más cerca de la disolución de todo esto y eso no implica vivir de orgía en orgía”.
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