Más de 150 millones de niños de todo el mundo son víctimas de trabajo infantil y casi la mitad del total tienen entre 5 y 11 años, según registros de Naciones Unidas. En Argentina, uno de cada diez niños de 5 a 15 años trabaja, con una mayor incidencia en las áreas rurales, de acuerdo con la Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (EANNA), desarrollada por el Ministerio de Trabajo en 2017.
Estas cifras preocupantes podrían aumentar consecuencia de la pandemia en los sectores más vulnerables, de acuerdo a un nuevo informe realizado en conjunto por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Entre las causas más comunes, se encuentran el incremento de la pobreza, el cierre de escuelas y la menor disponibilidad de servicios sociales.
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Según el documento, se cree que los niños que ya trabajan podrían hacerlo durante más horas a partir del impacto del Covid-19, o en peores condiciones. “Muchos de ellos podrían verse obligados a realizar trabajos peligrosos y en condiciones de explotación, lo que causaría un daño significativo a su salud y su seguridad”, advierten.
A su vez, desde los organismos señalan que incluso cuando se reanuden las clases en los más de 130 países que aún mantienen cerradas las aulas, “es posible que algunos padres ya no puedan permitirse mandar a sus hijos a la escuela” y vaticinan que “la desigualdad de género puede agudizarse, puesto que las niñas son particularmente vulnerables a la explotación en el sector agrícola y en la economía sumergida o el trabajo doméstico”.
“El trabajo infantil no se da de modo aislado”, explica Gustavo Ponce, especialista en trabajo infantil de la OIT en Argentina. “Es una situación que le ocurre a los niños en un contexto familiar y ese contexto está profundamente afectado por una crisis económica y social. Entonces, la pandemia deja a la vista a los sectores más vulnerables y desprotegidos”, expresa.
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