Además de sus aglomerados de bloques de cemento, el conurbano bonaerense también reserva algunas zonas para enaltecer su belleza natural originaria. Uno de estos lugares la Costa de Hudson, en el partido de Berazategui. Matías Cabezas es un fotógrafo que desde hace años se dedica a retratar la flora y fauna de este sitio a la vera del Río de La Plata. Bajo su seudónimo Hudsonista, no muestra los paisajes naturales de su ciudad natal, sino también incentiva a la protección de este espacio que, con el paso de los años, ha sido avasallado por el crecimiento de emprendimientos inmobiliarios.
Antes de 2018, la vida de Matías distaba mucho de dedicarse a sacar fotos. Aunque le gustaba jugar un poco con su cámara, trabajó en completamente diferentes como electricista, en industrias y en la gastronomía. Sin embargo, siempre tuvo un particular interés por los paisajes pampeano, especialmente por los que ofrece la ribera de su ciudad natal, Hudson. Por esta razón, decidió participar de un voluntariado en Educación Ambiental en Aves Argentinas, una organización sin fines de lucro que protege a las aves silvestres y la naturaleza de nuestro país desde hace más de 100 años.
A partir de entonces, se adentró mucho más en conocer las especies que habitaban a tan solo cuadras de su casa y que, debido al avance de los emprendimientos inmobiliarios, cada día están más desprotegidas. Asimismo, comenzó a participar del Club de Observadores de Aves (COA) de Hudson, dedicado a la conservación de estos seres a través de su observación, la educación ambiental, la promoción de políticas públicas, la lucha contra el tráfico de fauna y la protección de áreas de importancia para la conservación de las aves.
Así fue como, en bicicleta y con cámara en mano, el joven comenzó a explorar la flora y fauna que habitan en esta zona de vital importancia ambiental. Además, empezó a compartir las imágenes que iba recolectando en sus visitas a través de su cuenta de Instagram @hudsonista, donde brillan en su máximo esplendor diversas especies como gavilanes, patos sirirís, cisnes, cigüeñas, mariposas, nutrias, cuises y muchas otras.
“Simplemente nació como un interés de explorar un poco Hudson y su costa porque, en su momento, cuando se hizo la calle 63, yo no tenía mucha noción de lo que era la naturaleza en sí. Yo solo iba a andar en bici por la calle 63, como muchísima gente lo hace de manera recreativa. Hasta que empecé a ver que al costado del camino había un montón de cosas, como de aves raras, que yo en ese momento no tenía ni idea que eran. Entre el voluntariado de aves y la fotografía, se aunaron las cosas y yo pude aprender también de lo que yo estaba mirando”, expresó Matías en dialogo con Infocielo.
A través del lente de su cámara, Matías realiza un exhaustivo registro de cada uno de los animales, plantas, pastizales y espejos de agua que conviven a metros de la Autopista Buenos Aires – La Plata, con las formaciones urbanísticas típicas del conurbano bonaerense. A su vez, cuando tomó conciencia de la cantidad de material que había cosechado, descubrió que podía compartir sus imágenes en el sitio Argentinat.com, una plataforma donde se puede subir fotografías de distintas especies de nuestro país para así promover la cultura de la observación y la divulgación de la biodiversidad.
Al mismo tiempo que comenzó a colaborar en esta plataforma, creó el proyecto Biodiversidad de la Costa de Hudson, una iniciativa de ciencia colaborativa cuyos objetivos principales son dar a conocer la diversidad de especies que habitan en esta zona y crear un registro de flora, fauna y hongos que pueda ser relevante para impulsar la creación de una Reserva Natural. Con este proyecto, Matías proporciona información actualizada sobre el sitio, salidas de relevamiento y safaris fotográficos para generar conciencia, sobre todo entre la población local, acerca de las problemáticas ambientales que afecta a este lugar.
“Como uno va por la vida cuando ve lo que es la naturaleza, siento que va con los ojos cerrados, no prestándole mucha atención. Pero cuando uno le presta atención, empieza a desarrollar una empatía por las especies que están ahí en la zona y va descubriendo también la importancia que tiene”, aseguró.
La Costa de Hudson, una belleza natural bajo constante amenaza
En líneas generales, la Costa de Hudson se extiende entre el Canal Baldovinos y calle 47, abarcando desde la entre la altura de los kilómetros 31,5 y 37 de la Autopista Buenos Aires – La Plata, hasta el Río de La Plata. En la mitad de este predio, se ubica Av. Diego A. Maradona (calle 63), que va a la costa del río y donde se sitúa un espacio recreativo utilizado diariamente por vecinos y visitantes.
Desde una mirada ambiental, la conservación de esta zona es de vital importancia, ya que está constituida por humedales que regulan los excesos hídricos en caso de intensas lluvias, y también ayuda a la infiltración en caso de sudestada.
Lamentablemente, año tras año, la salud del río, sus humedales y arroyos internos se ven afectados por los vertidos industriales contaminantes, un murallón costero que alteró completamente el paisaje y perjudica a la correcta dinámica hídrica, además de talas, incendios y, especialmente, la expansión de barrios privados.
Desde hace casi 30 años, el negocio inmobiliario ha sido una de las principales problemáticas que aqueja a esta zona. A mediados de la década de los 90, comenzaron a instalarse diferentes barrios cerrados en distintos puntos de esta localidad, e incluso se llegó a ocupar el territorio comprendido por la costa, un espacio destacado por su atractivo natural. Con el apoyo del Gobierno municipal, varios empresarios lograron desarrollar dos megas emprendimientos que fueron: en primer lugar, Puerto Trinidad (actualmente denominado Puerto Nizuc), y luego, Pueblos del Plata, conformado por cuatro countries. Todos ellos están formados por casi 600 hectáreas.
A lo largo de estos años, grupos de vecinos y organizaciones ambientales han luchado por desarticular estos proyectos inmobiliarios y conservar esta área natural. Aunque en algunas ocasiones lograron detener estos desarrollos, generalmente los habitantes de Hudson recibían la negativa del municipio y con mayor frecuencia registraban talas, movimientos de tierra y rellenos en las zonas de humedales bajos. Actualmente, se busca instalar el country Hudson Lagoon que, a pesar de no contar con la habilitación del municipio, logró realizar los rellenos.
En febrero de este año, el Municipio de Berazategui llevó adelante una audiencia virtual en la cual consultó a la población si estaba de acuerdo o no con la construcción de este barrio, arrojando un resultado negativo. Aunque no era vinculante, fue una luz de esperanza para ponerle fin al avance del negocio inmobiliario.
“No es un capricho, sino que la zona en sí es muy importante y que se sigan habilitando estos emprendimientos es muy peligroso. Por ejemplo, el country Crystal Lagoon iba a tener una laguna cristalina con una tecnología súper rara para lo que es la zona. La laguna iba a ser transparente con tratamientos químicos y se iba a mantener la temperatura a 28 grados. Era una cuestión de impacto ambiental bastante compleja para analizar y revisar en dos semanas. Pero bueno, lo desglosamos un poco y lo compartimos con la gente para que entiendan qué era lo que se estaba viviendo”, denunció.
Tras la audiencia, el Municipio insistió en consultar al Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires, que tal como lo hizo con anterioridad, manifestó no tener competencia y que la problemática corresponde al ámbito local.
El pasado viernes 19 de julio, el Concejo Deliberante de Berazategui aprobó por unanimidad el proyecto para la creación de la Reserva Municipal en la Costa de Hudson. Los márgenes establecidos por esta reserva van desde el Canal Baldovinos hasta la calle 63 y desde el Camino de las Rosas hasta el río. Además, la misma contará con toda la infraestructura necesaria para el disfrute de sus visitantes.
A pesar de ser un gran avance, el proyecto aprobado no contó con el consentimiento de las organizaciones ambientales que desde hace años vienen luchando por la creación de este predio. Especialmente, dejó un manto de duda el hecho de que el mismo día se trató una ordenanza que implicaba la cesión de tierras para los emprendimientos inmobiliarios.
“Nuestra preocupación no es solamente por los animales, sino no porque ahí se van a rellenar humedales que son zonas inundables. Entonces pensamos que lo que no se va a inundar ahí, ¿dónde se va a inundar? Pensamos mucho en lo que son los bajos de los arroyos, porque tenemos el desagote del canal Baldovinos, el arroyo de Las Conchitas, el arroyo Plátanos que desembocan ahí. Son arroyos lentos como todos los de nuestra pampa que, sino desbordan ahí, van a desbordar en todos los barrios de Hudson. Esto no se va a resolver con una canalización o algo así, sino que siempre va a haber inundaciones”, explicó.
“Además, no solo de que se te puede inundar la casa, sino también sucede que en Berazategui tomamos agua de la napa. Los humedales son filtros hacia los acueductos. Otro de los problemas que vemos acá también es lo que sucede en la tosquera de La Ripiolita, que la están rellenando con escombros y basura. Las tosqueras perforan la napa, no es como un humedal que quizás uno tira basura y las plantas que pertenecen al humedal absorben algo de las toxinas, sino que van directo al agua. Y esa agua después nosotros la vamos a estar tomando, porque de alguna manera eso va a llegar a la napa”, añadió.
Por último, Matías llamó a la reflexión e invitó a los vecinos y visitantes de conocer este sitio único:
Con absoluta convicción y perseverancia, Matías continúa recorriendo cada rincón de la costa, llevando a los vecinos a ver con sus propios ojos las problemáticas que aquejan a la zona, pero también a apreciar las bellezas que posee su barrio. De la misma manera que lo hizo a finales del siglo XIX y principios del XX Guillermo Enrique Hudson, el naturalista y escritor que dio nombre a esta localidad bonaerense. Estudioso y enamorado de la región pampeana, Hudson también fue un defensor de la conservación ambiental y crítico de los impactos negativos del nombre en la naturaleza.
Tal vez, anticipando lo que sucedería años más tarde en las tierras que llevaría su nombre, en su obra “Pájaros de la ciudad y la aldea”, Hudson escribió: “La mezquindad y la indiferencia del hombre, culpable sin atenuantes de la destrucción del equilibrio del universo. A veces por estupidez, otras por irreflexión, las más por una ciega crueldad; cuando él sepa que cada especie en peligro pone en dificultades a la nuestra, quizás aprenda la moderación, la bondad y la prudencia: la naturaleza no admite burlas ni perdona errores”.







