Mitos en boca de los bonaerenses sobre sus pueblos hay muchos y Etchegoyen no es la excepción. Esta localidad perteneciente al partido de Exaltación de la Cruz, conserva un recuerdo invaluable: ni más ni menos que Carlos Gardel pisó este pueblo y les brindó un pequeño show. Conocé su historia.
Este pueblo, que queda a 140 kilómetros de la ciudad de La Plata, se fundó en 1887 junto a una pulpería que también funcionaba como almacén de ramos generales. Inmediatamente, apareció el “Federico”, tren que unía Federico Lacroze, Buenos Aires y Rojas, que con el tiempo pasó a llamarse línea Urquiza.
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Por aquellas vías pasaban dos tipos de trenes: el que iba directo a Rojas y otro a vapor que se llamaba el “lechero”, porque llevaba recipientes con leche que descargaban en los distintos pueblos. Debido a esto, su paso era muy lento. Gracias a este tren, comenzó a llamarse “lechero” a los distintos transportes públicos que hacen trayectos muy extensos.
En su época de esplendor, Etchegoyen era una zona tambera gracias al tren que potenciaba esta actividad productiva. Como tantos otros pueblos bonaerenses, el ocaso del ferrocarril llevó a que los pobladores comenzaran a alejarse del lugar en búsqueda de sitios más prósperos. Actualmente, solo queda una sombra de lo que fue y está habitado por unas 50 personas.
Otro de los puntos más importantes de este paraje es la pulpería que, en 1953 cuando Etchegoyen pasaba uno de los mejores momentos, quedó en manos de Don Alberto Crosatto, quien también era auxiliar de la estación de ferrocarril.
Esta pulpería se mantiene en pie hasta el presente y es atendida por Marcela Crosatto, hija del fundador. Marcela cuenta en distintas entrevistas que en aquellos tiempos su padre le realizaba un “preparado” al vino. Se trataba un almíbar que utilizaban para rebajar el vino “suelto” y que, de esta manera, rindiera mucho más. En una ocasión, los Crosatto no pudieron hacer el “preparado” y, tras venderlo, recibió numerosas quejas de los vecinos diciendo de que la bebida estaba en mal estado, ya que no acostumbraban tomar vino puro.
Por otro lado, la Estancia La Mimosa es uno de los lugares donde transcurrió parte de la historia de este pueblo. En 1869, un inmigrante vasco Ángel Velaz compró unas 1000 hectáreas, donde emplazó una pulpería llamada “La Esquina de Velaz”. Allí se reunían los pocos habitantes de aquel entonces e inmigrantes recién llegados. A su vez, también era un sitio de paso para las carretas que venían por el Camino Real, que iba de San Antonio de Areco a Pilar, llevando alimentos y correspondencia.
El día que Gardel dio un recital en Etchegoyen
Aunque muchos dicen que es solo una leyenda, los pobladores de Etchegoyen confirman que Carlos Gardel brindó un pequeño show para el paraje.
Cuando “El Zorzal Criollo” viajaba a las ciudades más grandes del interior bonaerense para dar sus recitales, optó por hospedarse en la localidad de Etchegoyen, precisamente en el entonces hotel “Las Delicias”.
Al anoticiarse de semejante visita, se generó tal alboroto en el pueblo que los propietarios de “Las Delicias” le solicitaron al músico cantar alguno de sus mejores temas en la balcón del hotel. “El Morocho del Abasto” aceptó y salió para convertirse en una leyenda y parte de la historia de Etchegoyen, brindando un show exclusivo para empleados, vecinos y turistas.
¿Qué hacer en Etchegoyen?
Este encantador pueblo es ideal para quienes quieren hacer un viaje en el tiempo y disfrutar de la tranquilidad que ofrecen sus callecitas de tierra y arboladas. Por ello, te traemos algunas opciones para conocer en esta localidad.
- Estación Etchegoyen: un sitio imperdible donde se aún se conserva la estructura de la estación y las antiguas vías y se comercializan algunas artesanías hechas por productores locales.
- El viejo hotel “Las Delicias”: esta hermosa casona, con más de 100 años de historia, está rodeada de frondosos árboles y se encuentra en perfecto estado. A pesar de que no se puede ingresar a ella, si es posible conocer el histórico balcón donde cantó Carlos Gardel.
- La Pulpería y Almacén de Ramos Generales de la familia Crosatto: este lugar parece quedado en el tiempo. Marcela, hija de Alberto Crosatto, recibe a los visitantes con exquisitas picadas, sanguches y empanadas. Además, de marzo a diciembre hay una feria de artesanos organizada por la escuela pública local.
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