El origen tétrico de la palabra “trabajo” ligado a la tortura

“El trabajo dignifica“. “La cultura del trabajo“, y decenas de frases ligadas al término de manera positiva y abnegada, pueden llegar a hacer olvidar que el origen de la palabra ‘trabajo’ está absolutamente unido a un instrumento de tortura.

Es decir que la raíz del vocablo “trabajar” está íntimamente relacionado con la esclavitud, y por ende con la represión contra quienes se opusieran a ser subyugados, incluso por la fuerza, hasta la muerte misma.

La cultura popular argentina recuerda sólo tres exponentes mediáticos del mundo del entretenimiento, que hablaban del trabajo públicamente como algo ‘indeseado o molesto’, es verdad que solamente en sentido humorístico.

Uno Rodolfo Zapata con su popular canción “No vamo’ a trabajar“. Otro, el personaje de ‘ Fatiga‘ del recordado Juan Carlos Altavista que repetía “Laburás, te cansás, ¿Qué ganás?”.

Un párrafo aparte merecería la película “La Fiaca” con un jovencísimo Norman Brisky.

Pero no siempre fue así.

Porque con el correr de los siglos si bien la palabra en español, e idiomas derivados del latín, siguió haciendo referencia al cruel elemento al que remite, se creó una manera de hacer ver al trabajo como una necesidad inherente al ser humano.

Es que la palabra “trabajo” proviene del latín “tripalium“, que era un instrumento de tortura formado por tres estacas a las que se amarraba a una persona.

La palabra “trabajar” deriva del latín vulgar “tripalire”, que se interpreta como “torturar“. En latín clásico, la palabra “tripaliare” se refería a la acción de torturar con un “tripalium”.

Por lo tanto, la etimología de “trabajo” está relacionada con la idea de sufrimiento y esfuerzo a cambio de azotes, aunque su significado ha evolucionado a lo largo del tiempo.

¿QUÉ ERA EXACTAMENTE EL “TRIPALIUM”?

Se trataba de un yugo fabricado con tres palos, en el que el delincuente era amarrado y luego sometido a azotes.

Con el tiempo, la denominación “tripalium” llegó a significar “fatiga”, “sufrimiento” o “penalidad” en latín vulgar.

Era utilizado en la antigüedad, especialmente en la Edad Media en Europa. Consiste en una estructura de madera con tres patas, a menudo reforzada con metal, que se utiliza para fijar o sujetar a una persona o un animal, mientras se realizan tareas como la molienda de grano, el procesamiento de telas o la fabricación de productos artesanales.

El origen del tripalium se remonta a la época romana, donde se usaba como instrumento de tortura. Esta herramienta se utilizó para someter a los esclavos y a los prisioneros, y se cree que fue muy popular siglos más tarde durante la Edad Media europea, aunque ya con otros fines.

En esa etapa oscurantista de la historia, el tripalium se utilizó principalmente en la agricultura y la industria textil.

En el campo se usaba para sujetar a los animales mientras se les cortaban las pezuñas, se les arreglaban los cascos o se les aplicaba algún tratamiento médico.

En la industria de la confección de ropa, se usaba para sujetar los telares mientras se tejían las telas.

UN SIGNIFICADO CONVENIENTEMENTE DIFERENTE

Pero el tripalium también se usó como instrumento de tortura durante la Edad Media. En algunos casos, se utilizaba para sujetar a los prisioneros mientras se los sometía o se les obligaba a confesar sus crímenes.

En otros casos, se utilizaba para infligir dolor a los condenados, obligándoles a permanecer en la posición fija durante largos períodos de tiempo.

Hoy en día, el tripalium ya no se utiliza ni como herramienta de tortura, ni de obligación al trabajo, ya que fue reemplazado por herramientas más modernas y eficientes, y hasta por condicionamientos más sutiles que no requieren penalidades físicas.

Sin embargo, su imagen se mantuvo en la cultura popular como un símbolo de trabajo forzado, duro y que implica un esfuerzo constante infringido por otros para obligar a alguien a realizar tareas que no haría por propia voluntad.