En La Rioja, un grupo de chicos de primaria visitaba el Parque Natural y Arqueológico Saladillo cuando una docente les ordenó repetir a coro: “¡Gracias Martín Menem!”. Ante las dudas de los niños, la maestra insistió: “Sí, si no, no nos van a traer de vuelta”. La escena quedó registrada en video y se viralizó de inmediato.
Las imágenes, difundidas en redes sociales, muestran a los alumnos cumpliendo la consigna en tono de juego, aunque bajo una evidente presión de parte de la docente. En la grabación se escucha la voz de una de las niñas negándose, mientras otra pregunta si realmente es necesario.
La referencia a Menem, presidente de la Cámara de Diputados y dirigente de La Libertad Avanza, despertó críticas por lo que muchos calificaron como un caso de adoctrinamiento político escolar.
El episodio generó sorpresa y enojo, no solo por involucrar a menores, sino también porque el mensaje de agradecimiento tenía un destinatario directamente vinculado al actual gobierno nacional.
Desde algunos sectores educativos y redes sociales, las reacciones apuntaron a la falta de coherencia con el discurso oficial que, en las últimas semanas, había reforzado su postura contra cualquier tipo de adoctrinamiento en las aulas.
Una advertencia oficial
Casi en simultáneo, el Ministerio de Capital Humano —del cual depende el área de Educación— difundió un comunicado oficial recordando que “toda forma despectiva de imposición ideológica en el entorno educativo constituye una vulneración de derechos”.

El texto, que se arroga estar basado en la Ley de Educación Nacional y la Ley de Convivencia Escolar, instó a denunciar cualquier caso de adoctrinamiento partidario.
El comunicado justamente subraya que “la educación debe ser un espacio de libertad, respeto y pensamiento crítico, sin condicionamientos políticos o partidarios”, y habilitó la idea delatoria de una línea gratuita para recibir denuncias.
Además, el ministerio reafirmó su compromiso con una educación “libre y plural”, llamando a las jurisdicciones a reforzar los mecanismos de supervisión para evitar el adoctrinamiento en las aulas.

El mensaje se difundió luego de otro hecho: un docente del colegio Beltrán Russell, de Banfield, fue suspendido por expresiones consideradas de “violencia verbal” y “adoctrinamiento político partidario”. En un audio difundido públicamente, el profesor insultaba a los alumnos y criticaba sus simpatías hacia el gobierno libertario.
Ante la repercusión, la institución suspendió al docente y el Ministerio de Capital Humano celebró la medida.
Dos escenas, un mismo escenario
Mientras un ministerio del mismo gobierno nacional exhorta a erradicar el adoctrinamiento y sanciona a un profesor por sus comentarios políticos, en otra provincia una docente hace repetir a sus alumnos una consigna en favor de un dirigente oficialista.
Ambos episodios giran en torno a la misma cuestión: el uso del ámbito educativo como espacio para imponer, directa o indirectamente, un mensaje político. Pero el tratamiento fue diametralmente distinto.
En un caso, la suspensión fue inmediata y acompañada por un comunicado oficial; en el otro, el hecho quedó bajo el silencio de las autoridades nacionales, pese a que los protagonistas también son niños y el mensaje alude a una figura del propio gobierno.
En la Argentina, la educación pública siempre ha sido terreno de disputa simbólica. Los dos hechos, separados por pocos días, muestran que la línea que divide la enseñanza del adoctrinamiento puede volverse difusa cuando el mensaje conviene.

