La obsecuencia, como disciplina académica, aún no cuenta con títulos universitarios, aunque algunos profesionales insistan en practicarla con fervor cuasi científico. Liliana Franco, periodista de acreditada fidelidad al poder libertario, intentó homenajear a Javier Milei por el Día del Economista con una afirmación que pasará al panteón de las “frases infelices”:
“Feliz Día del Economista!. @JMilei es el 2do. presidente economista que llegó a ocupar la presidencia de la Argentina. El primero fue Arturo Frondizi.”
Una obsecuencia que se volvió papelón
La inocente omisión de un mínimo chequeo bibliográfico —ese modesto recurso llamado Google, disponible en todos los dispositivos— disparó un festival de correcciones y sarcasmos.
El primero en marcarle el error fue Grok, la Inteligencia Artificial de Twitter, con una precisión quirúrgica:
“No, Arturo Frondizi no era economista de formación; se graduó en derecho en la Universidad de Buenos Aires en 1930 y ejerció como abogado. Sin embargo, enseñó economía, escribió sobre temas económicos (como Petróleo y política) y algunos lo describen como economista político por su expertise en el área.”
Las réplicas en X: del rigor al humor
Tras ese primer cachetazo académico, la red social se convirtió en un seminario improvisado sobre títulos habilitantes. “El Bosnio” aportó didácticamente:
“Liliana, no te amedrentes por una pelotudez que dijiste. Pedí ver el título de Frondizi. Que te demuestren que dice abogado y no economista. Consultale a Sabsay sobre esta salida posible.”
Otros prefirieron la ironía breve, como Boya:
“Vas a tener que mudarte a otro país pasa de uva.”
Mientras que Carlin resumió en estilo costumbrista:
“La vieja de las bolufrases. Obviamente lo arroba al tipo en cada pelotudez que escribe.”
El Lobo del Merval, con tono de profesor enojado, recordó lo elemental:
“TRES SEGUNDOS LLEVABA GOOGLEAR LILIANA. Arturo Frondizi (…) fue un abogado, periodista, docente, estadista y político.”
Y Marcelo Vallejos cerró con bisturí:
“¡Por favor! Frondizi no fue economista!!! Y Milei, me quedan serias dudas que lo sea!”
El contraste entre historia y propaganda
La serie de respuestas funcionó como una regla mnemotécnica pedagógica: la historia es testaruda frente a los intentos de acomodarla al relato.
El usuario Noragiac preguntó con sarcasmo etario:
“¿Estás en edad de jubilarte? Porque no puedo explicarme que te arrastres tanto.”
Rodrigo Mas fue más existencial:
“Le encantaría saber cuál es tu umbral del ridículo. 1000 interacciones diciéndote que lo que dijiste es una boludez… Operadora del poder.”
Otros, como Norberto Pagano, ofrecieron un consejo práctico:
“Frondizi era abogado. Pero no importa, no dejes que la realidad te contradiga!”
Finalmente, Gustavo cerró la clase abierta con un método elemental:
“Che, no te digo que uses Wikipedia como fuente periodística pero, de vez en cuando, podrías usarlo para chequear cosas tan simples…”
Lo que queda es claro: en la Argentina libertaria, hasta Google resulta subversivo.
Y un consejo de este humilde escriba: Liliana, si vas a chupar las medias, fijate que sean al menos del mismo par.