El Ministerio de Salud de la Nación anunció la “suspensión” de la cuarta dosis contra de la meningitis en jóvenes de 11 años y generó un inmediato rechazo de parte de la comunidad médica y algunas sociedades científicas, como la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE).
Es que, si bien las esenciales para evitar una posible epidemia, son las que se dan para los bebés de entre los 3 y 5 meses de vida, la dosis que ahora el gobierno suspendió termina de “inmunizar” a las personas y representa un “ajuste” en la salud.
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“De esta forma dejás un margen para que se reduzca la inmunidad a medida que pasen los años”, le dijo a este medio Juan Martín Mirada, médico del Hospital Gutiérrez en La Plata, quien agregó así “en vez de pensar en garantizar una mejor cobertura” se siguen reduciendo “derechos”. “Esto significa un retroceso“, agregó.
Las palabras del joven médico se sustenta con una realidad: en el Centro de Salud donde se desempeña atendiendo a vecinos del popular barrio El Mercadito, faltan vacunas contra la meningitis, pero también otras de vital importancia.
Una situación que se repite a lo largo y ancho de la provincia de Buenos Aires.
A su vez, allí donde cientos de vecinos son atendidos para alivianar los principales hospitales de la zona, se registra una constante falta de “hierro pediátrico, anticonceptivos inyectables y malas condiciones edilicias” de los centros de salud.
Desde esa óptica, la medida de suspensión de una vacuna fundamental para prevenir una epidemia no puede ser vista de otra forma que como un recorte a la salud. Pese a que desde el gobierno insistan a verlo como un simple “retraso” y distribución de las mismas hacia las provincias.
Macri tomándole juramento al ministro de Salud de la Nación, Adolfo Rubinstein.
De hecho, la semana pasada se registró el caso de un joven en Rosario con un cuadro de meningitis bacteriana. La escuela en donde asistía el chico tuvo que cerrar prioritariamente para evitar un posible contagio masivo.
Vale aclarar de todas formas, que esta enfermedad producida por la bacteria del meningococo es de “baja intensidad” en la Argentina, con al menos 200 casos anuales, generalmente afectando a menores de 2 años de edad, un grupo que actualmente está protegido pese al reciente recorte.
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