Hace unas semanas, en el programa “Sólo una vuelta más” de la señal de noticias TN del Grupo Clarín, pasó casi inadvertida una entrevista que hoy, a la luz de los últimos acontecimientos, cobra un peso inesperado. Se trataba de la voz de Ariel García Furfaro, dueño del laboratorio HLB Pharma, donde se detectó fentanilo contaminado.
En aquella conversación, poco antes de ser detenido, deslizó acusaciones que en su momento sonaron como una defensa desesperada.
Hoy, con el escándalo de los audios de Diego Spagnuolo sobre coimas que involucran a Karina Milei y los Menem, esas palabras parecen anticipar la radiografía de una interna libertaria mucho más profunda.
El empresario relataba al aire: “El que analiza el producto mío no es el ANMAT, es un laboratorio privado que estuvo procesado por mentirle al ANMAT y es amigo de los Menem, pero los Menem no tienen nada que ver”.
Acto seguido, agregó: “¿Sabés quién me mandó a los servicios de inteligencia? Me los mandaron de esta SIDE berreta que maneja Caputo… me dijeron explota a los Menem y yo te levanto el pie del acelerador”.
“No es el ANMAT”
En el momento, la entrevista ocupó un espacio importante pero con los días se volvió marginal en la agenda mediática.
La noticia de la contaminación con bacterias en lotes de fentanilo —que según los informes posteriores del Malbrán y del Cuerpo Médico Forense provocó al menos un centenar de muertes confirmadas— eclipsó cualquier otra lectura. Después llegó a taparlo el tema audios de la corrupción, y ahora la instalación por parte de Patricia Bullrich de una “maniobra de Inteligencia y desestabilización preelectoral”.
Sin embargo, la referencia de García Furfaro a presiones desde la Secretaría de Inteligencia (la actual SIDE) bajo el control de Santiago Caputo es, hoy, un insumo clave para comprender el mapa del poder libertario.
Presiones desde la SIDE
Lo que en su momento se percibió como una coartada de manual, en retrospectiva podría leerse como una ventana a la disputa entre dos polos del oficialismo: por un lado, Caputo y su control de los servicios; por otro, Karina Milei y el núcleo menemista —Eduardo “Lule” y Martín, presidente de la Cámara de Diputados—, que integran el círculo íntimo del presidente.
La dinámica recuerda al llamado “triángulo de hierro” tantas veces citado en los pasillos políticos, hoy atravesado por desconfianza y reproches mutuos.
Al describir el supuesto ofrecimiento que recibió, García Furfaro fue tajante: “¿Sabés qué me ofrecieron a cambio de solucionarme todo? Que yo acusara al laboratorio privado, y así yo levantaba el pie del acelerador”. La frase, hoy rebotada en redes sociales, pone en duda si las operaciones de inteligencia que el gobierno atribuye a sectores opositores no responden, en realidad, a cuentas pendientes dentro del propio oficialismo.
¿Guerra interna o campaña externa?
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, sostiene que existe una campaña de inteligencia orquestada desde el kirchnerismo para desestabilizar al gobierno previo a las elecciones de medio término.
Sin embargo, el archivo rescatado de TN muestra que las maniobras podrían tener un origen interno, nacido de las tensiones entre Caputo y los Menem.
El paralelo con los audios de Spagnuolo, ex titular de la Agencia Nacional de Discapacidad, es inevitable: allí se escucha la mención a Karina Milei en presuntas gestiones de coimas. El gobierno denuncia operaciones externas, pero la cronología sugiere que la primera grieta apareció puertas adentro.
A días de las elecciones legislativas en la Provincia de Buenos Aires y a semanas de los comicios nacionales, la interna libertaria ya no se oculta en rumores de pasillo. Entre audios, entrevistas olvidadas y operaciones de inteligencia, el archivo de García Furfaro emerge como un testimonio incómodo. Lo que entonces fue apenas un descargo apresurado, hoy se lee como el prólogo de la guerra secreta que fractura al oficialismo.

