El 2 de agosto de 2018 la comunidad educativa de Moreno y de la Provincia de Buenos Aires sufrió un giro mortal cuando Sandra Calamano y Ruben Rodríguez perdieron la vida tras un escape de gas en una estufa de la escuela -que había sido denunciado- y provocó una explosión que marcó el destino de la educación bonaerense.
Al cumplirse cuatro años de aquel trágico episodio, el titular de la Dirección General de Cultura y Educación, Alberto Sileoni, rindió homenaje a los trabajadores fallecidos y aseguró que desde la Provincia “venimos a ratificar la necesidad de Memoria y de Justicia, porque el que olvida repite” ya que “el 2 de agosto de 2018 cambió para siempre la Educación de nuestra Provincia”.
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En esa línea, el funcionario aseguró que “Sandra y Ruben nos dejan la obligación del Estado de ser cada vez más eficiente, y trabajar cada vez más en la dignidad del trabajo de docentes y auxiliares”, al tiempo que reconoció que “hay escuelas que todavía están en condiciones de indignidad, y estamos trabajando mucho para que no ocurra”.
“Hoy Sandra y Rubén están presentes, como los 400 educadores y 80 mil auxiliares, en cada desayuno que se prepara con amor, en cada abrazo, en cada alegría que felizmente vemos cada día en las escuelas de nuestra Provincia”, cerró Sileoni el homenaje a Sandra Calamano y Rubén Rodríguez realizado en la Primaria 49 de Moreno.
Crónica de una tragedia evitable
A las 8:04 de la mañana del 2 de agosto de 2018, Sandra Calamano abrió la puerta principal de la Escuela Nº 49 Nicolás Avellaneda y se dirigió al comedor. Unos pasos detrás, la seguía Rubén Rodríguez.
El olor a gas no los alarmó. Después de todo, tan solo un día antes Sandra -la vicedirectora de la institución- había denunciado por octava vez la existencia de una fuga. Y estaba tranquila porque, finalmente, el Consejo Escolar se había dignado a mandar un gasista matriculado que no encontró ningún problema en la instalación.
A las 8:06, Sandra y Rubén ingresaron al comedor por última vez: un resplandor mortal, seguido de una fuerte explosión, los hizo volar varios metros. El estallido, aparentemente originado por una garrafa tipo “zeppelín”, terminó con sus vidas al instante.
Afuera, aturdidos y en pánico, esperaban una decena de chicos de entre 6 y 12 años que estaban a punto de ingresar a la escuela. Muchos de ellos, vieron a Sandra volar por el paredón que daba al patio principal. Después, el escenario fue invadido por el polvo y el silencio.
De inmediato, los padres de los alumnos comenzaron a mandarse mensajes desesperados: “Urgente! No traigan a los chicos. Hubo una explosión”. “Explotó la escuela. Avisen a los demás papás”. Eran los whatsapps que iban y venían de forma frenética. En minutos, la noticia se conoció en los medios de todo el país: “Dos muertos en una escuela de Moreno por la explosión de una garrafa”.
Sandra Calamano tenía 48 años y estaba a cargo del establecimiento. En tanto, Rubén Orlando Rodríguez, de 45, se desempeñaba como auxiliar docente y trabajaba ahí desde hacía treinta años. Todos los conocían. Todos sintieron un golpe seco en el pecho cuando se enteraron de sus muertes.
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