Hay archivos que revientan como bombas de tiempo. Restos del pasado que, de tan contundentes, explotan años después y nos dejan mirando el televisor o el celular con cara de “¿pero este no era el que…?”. Bueno, algo así acaba de suceder con Jonatan Viale y un video rescatado de la hemeroteca de la realidad: su intervención en “Mauro 360”, el programa de su padre Mauro Viale, allá por 2012, cuando el gobierno kirchnerista decidió estatizar YPF tras el vaciamiento perpetrado por Repsol.
El contexto es clave. Corría el año 2012, Cristina Fernández de Kirchner gobernaba el país y Axel Kicillof —ese mismo que hoy Jonatan Viale despelleja en sus editoriales con saña quirúrgica— era viceministro de Economía y el cerebro visible de la estatización.
Cuando defendía YPF
Repsol, la petrolera española, había hecho lo que las grandes multinacionales suelen hacer en los países de la periferia: extraer ganancias gigantes, desinvertir, vaciar activos y girar dólares a casa matriz.
Frente a eso, el gobierno argentino decidió comprar el 51% de las acciones de YPF para recuperar el control de la principal empresa de hidrocarburos del país. Fue una jugada audaz, soberanista y, por supuesto, controversial.
Lo curioso —y acá viene la perla— es que Jonatan Viale, en aquel entonces, lejos de rasgarse las vestiduras por la estatización, ofrecía un discurso que hoy, con certeza, le costaría sostener en su propio programa.
Decía, con vehemencia casi militante:
“Bueno, Maquiavelo decía que no hay príncipes malos y príncipes buenos, que hay príncipes poderosos y príncipes débiles. Lo mismo decía Marx. No hay estados buenos y estados más o menos malos. Hay estados poderosos y hay estados débiles. Hay un centro y hay una periferia, muchachoS, y es lo que estamos viendo. Hay un imperio y hay una colonia.”
Y seguía, cada vez más encendido, refiriéndose a España, a los imperios y al colonialismo económico:
“Por eso digo que no nos pongamos para nada nerviosos si nuestra querida España, nuestra madre patria, grita, patalea, hace muecas, llora, se pone nerviosa y pide que nos echen del gobierno porque es posible… Fueron las empresas españolas y esto nos tiene que quedar más que claro a todos, las que en las últimas décadas vaciaron nuestros recursos naturales.”
Jonatan, el joven Jonatan, era un fervoroso defensor del concepto de soberanía. Aquel que hoy pareciera resultarle tan incómodo, sobre todo cuando se trata de Kicillof, a quien acusa día sí y día también de haber generado conflictos diplomáticos, inseguridad jurídica y desconfianza inversora.
Cambio de libreto
Es el mismo Jonatan que, hace apenas unos meses, describía al gobernador bonaerense como “el responsable de haber espantado al mundo con la expropiación de YPF”, casi como si hubiera sido un acto criminal y no una decisión de política energética.
¿Entonces? ¿Qué pasó con Viale? ¿Antes era “ensobrado” y ahora no? ¿Antes era nacionalista y ahora no? ¿Antes era periodista independiente y ahora dejó de serlo? ¿O simplemente, como quedó en evidencia tras el escándalo de Cripto $Libra y su condescendencia con Javier Milei, se transformó en un peón de la maquinaria propagandística del libertario y su séquito?
La paradoja es deliciosa. Porque basta escuchar aquel archivo para notar que el propio Viale usaba el mismo lenguaje —colonialismo, imperio, centro y periferia— que suele despreciar cuando lo enarbola Kicillof.
Incluso hablaba de que “España nos dice ladrones” y justificaba el enojo argentino como un acto legítimo frente al vaciamiento de recursos. ¿Qué cambió? ¿Su análisis económico? ¿Su visión sobre la soberanía energética? ¿O simplemente cambió su público objetivo?
La conclusión es una sola: Está operando
La respuesta es incómoda pero casi obvia: hoy Jonatan Viale no está analizando, sino jugando un rol político. Y ese rol lo coloca en la trinchera contraria a todo lo que su archivo revela que alguna vez pensó.
Hoy su misión parece ser ladrarle a Axel Kicillof cada vez que puede. Quizás porque el gobernador bonaerense, con sus modos, su discurso y su militancia nacionalista, es percibido como un eventual rival competitivo para Javier Milei, en las antípodas ideológicas del libertario.
¿Tanto puede cambiar alguien en poco más de una década? Bueno… el periodismo argentino tiene ejemplos de sobra de “conversos” que mutan según sopla el viento. Pero lo de Viale tiene un sabor especial, porque hay un archivo clarísimo, con sus propias palabras, cargadas de convicción y fervor patriótico. Un archivo que hoy, vaya paradoja, lo desnuda más de lo que él quisiera.
Tal vez convendría que Jonatan se siente una noche, tranquilo, a verse a sí mismo en YouTube. A ver si todavía se reconoce en aquel pibe que gritaba que no nos dejemos “tomar por tontos” y que no se podía seguir subsidiando “a una mega trasnacional como Repsol en YPF”.
Quizás hasta le caiga simpático Axel Kicillof otra vez. O quizás no. Depende, claro, de a quién haya que ladrarle mañana.