Una mañana de clase que empezó como cualquier otra terminó con una escena de violencia que dejó a una nena de 14 años en el hospital y a la comunidad escolar en Junín en estado de shock.
Según el relato de testigos y el video que circula, una mujer —la madre de otra alumna— entró al aula, cuestionó a la chica y, en pocos segundos, la situación escaló hasta un ataque con una cadena que provocó cortes y moretones en la cabeza de la menor.
EXCUSA FALSA PARA ATACAR A CADENAZOS
Todo habría nacido de una pelea previa en la parada de colectivos entre alumnas del mismo colegio. Al día siguiente, la madre de una de las chicas volvió al establecimiento y, fingiendo que iba “a hablar”, se acercó al salón.
Testigos cuentan que la mujer comenzó a gritarle a la estudiante: “¿qué problema tenés con mi hija?”; luego la tomó del pelo, la tiró al piso y la golpeó con una cadena.
Las imágenes muestran el forcejeo, los intentos de docentes por calmar la situación y a la víctima pidiendo auxilio hasta que lograron separar a las partes.
El personal de salud que la atendió informó que la nena presentaba cortes en el cuero cabelludo y heridas en extremidades producto de la defensa. Fue trasladada al hospital para curaciones y controles; la familia pidió medidas cautelares para garantizar su seguridad en la escuela. 
En paralelo, las autoridades y la Justicia recibieron la denuncia y las filmaciones tomadas por celulares ya están en manos de la investigación.
Lo que inquieta no es solo la agresión en sí, sino cómo pudo desarrollarse dentro del aula: cómo ingresó una adulta con un objeto contundente y por qué no hubo una reacción inmediata y decisiva del establecimiento para impedir el ataque o asegurar ayuda más rápida.
LA NORMALIZACION DE LA VIOLENCIA
Algunos allegados de la víctima señalararon demoras en la toma de decisiones y reprocharon que, en ese momento, directivos no estaban presentes.
Otro dato que circuló y preocupa: se afirma que días antes una de las alumnas había llevado un arma blanca al colegio, un episodio que, de confirmarse, pondría en evidencia fallas en la prevención y en la comunicación entre la escuela y las familias y en los protocolos de seguridad. 
Más aún, la presencia de una madre agresora dentro del aula obliga a repensar la convivencia entre adultos y estudiantes, y los límites que debe imponer la institución para preservar a los chicos.
La situación dejó en claro una necesidad urgente de protocolos aplicables: cómo controlar accesos, cómo actuar frente a adultos que irrumpen en la escuela y cómo proteger a las víctimas de hostigamiento y amenazas. 
Mientras la causa judicial avanza y el video se analiza como prueba, la escuela y la comunidad intentan recomponer la normalidad. Para la familia de la adolescente agredida, la prioridad es la recuperación física y emocional de la nena y la garantía de que no será revictimizada al volver al aula. 

                                    